En el escandaloso caso de la absolución de Cristina Cifuentes, ex Presidenta de la Comunidad de Madrid, y condena de dos personas que intervinieron en el caso, por la inexistencia de
documentos que acreditaran la realización de un Máster en la Universidad Rey Juan
Carlos, y la presunta falsificación documental que lleva implícito, tengo que
decir que no es el único caso que se ha dado en estos últimos 40 años en los
que se ha sustituido la democracia por una grosera e indecorosa memocracia.
Así nos encontramos en esta desagradable
etapa, en la que en muchísimos más casos de los que desearíamos los ciudadanos
de a pie, los políticos que nos representan, no son los más capacitados e
inteligentes, los más apropiados y los más honrados, sino los más pillos, los
más aventureros, los que están ahí, no para servir a la sociedad, sino para
servirse de ella y hacer negocios partidistas y personales, en definitiva, para
hacer grande la memocracia.
La mayoría de estos individuos, son los protagonistas de la mayoría de los actos de transfuguismo político que padece nuestro país, y que ningún Gobierno de estos últimos 40 años, ha mostrado verdadero interés en legislar contra esta lacra. Éstos son, principalmente, los que se compran y se venden en el mercadillo de la política, porque carecen de ideología y lo único que les interesa es el dinero y las influencias que puedan conseguir en su paso por la política.
Para cualquier persona con estudios
que haya tenido que opositar alguna vez en su vida, se hace muy cuesta arriba
entender cómo es posible que un/a político/a pueda conseguir un título de forma
fraudulenta, sin que ninguna autoridad, académica o política, haya dado la voz
de alarma antes de que ocurriera. Cuando un universitario se presenta a unas
oposiciones, en cualquier especialidad, se le exigen documentos originales y fotocopias
compulsadas de los estudios realizados, entonces ¿Por qué no se hace lo mismo
con los currículum que presentan los políticos/as en el momento de presentar
sus candidaturas?
El caso es que desde hace mucho
tiempo se sabe que demasiados políticos inflan sus currículum, para dar una
imagen de intelectual de la que carece, algunos se inventan estudios que no han
realizado como en el caso que nos ocupa, pero otros que carecen de títulos
académicos, utilizan el márquetin para maquillar su perfil, empleando palabras,
que sin mentir, parece que los tienen, por ejemplo: Perico de los Palotes tiene
estudios de economía, magisterio, ingeniería, etc..
Por supuesto, quienes no se fijan bien
creen que el personaje tiene títulos de los estudios que dice haber realizado,
pero la realidad es que carece de ellos, pues no es lo mismo “cursar estudios”,
porque puede haber realizado solo una asignatura, o uno o dos cursos de tres o
cinco que conste la carrera, que decir “es Ingeniero Técnico, Graduado,
Licenciado, etc.” que supone disponer de títulos académicos de los estudios que
dice haber realizado.
De esa y de otras maneras, algunos
indocumentados han llegado a ocupar sillones de mucho nivel, desde alcaldías y
concejalías tan cercanas como las de Cartagena, hasta Director de la Guardia
Civil en los Gobiernos de Felipe González, como fue el caso de Luis Roldán, que
se presentó ante la sociedad como una de las más lúcidas mentes que rodearon al
mayor embaucador que ha sufrido la sociedad española en los últimos cuarenta
años, pero cuando se le acusó de corrupción y se descubrió que lo de los
estudios era mentira, entonces se fugó con el botín, y después de deshonrar a
la democracia española y a la Guardia Civil hubo que traerlo esposado desde
Bangkok como lo que era, un delincuente elevado a la categoría de honrado
servidor de la Patria.
Ninguna autoridad universitaria de
entonces se dio por aludida, “todo estaba bajo control”, de quienes querían
seguir aprovechándose de la posición y no era momento de reprochar ni de
cambiar nada.
Durante el felipismo, impulsado por
los sindicatos mayoritarios, CC.OO y UGT, se dio lugar también una importante transformación
de las categorías laborales en las fábricas, y es que comenzaron a desaparecer
los Técnicos de Grado Medio (Ingenieros Técnicos), de cuyas funciones y
responsabilidad se hicieron cargo algunos sindicalistas, a cambio de ascensos
meteóricos de categoría, que de otra forma les habría sido imposible acceder, y
“gentes de confianza” de los sindicatos y la patronal, todos ellos como es
natural sin estudios, algunos de estos ejemplares, si les contradecías, a falta
de cerebro y de principios de cualquier tipo, te mostraban los músculos, que era
lo que más te podían enseñar, porque además te decían a la cara “Ves para que
te ha servido estudiar tanto, para estar bajo mi mando que no he estudiado
nada”.
Por si alguien no se ha dado cuenta
todavía, esto que acabo de decir guarda relación con la falta de titulación
académica de muchos políticos, y su facilidad para conseguirlos gracias a las
influencias. Los sindicatos están en todos sitios y difunden la peste por donde
pisan, y a cambio de “sus servicios”, obtienen prebendas en las fábricas y lucrativas subvenciones de las arcas
públicas, municipales, comunidades autónomas, nacionales y europeas.
Posiblemente poca gente se ha planteado
la perversión que supone para cualquier país que se precie de demócrata, el
fraude perpetrado por los sindicatos en los cursos de formación, cuyas
subvenciones se han embolsado las cúpulas sindicales, así como el enorme e
inmoral fraude de los ERE, igual que sucedió anteriormente con los fraudulentos
Planes de Reconversión, o la escandalosa estafa de la Cooperativa de Viviendas
PSV de UGT a más de 20.000 familias.
Dibujo: Francisco Atanasio Hernández
Curiosamente, Felipe González estuvo en
el Gobierno de la Nación 14 años, y no hizo nada para evitar que en el futuro
se repitieran todo este tipo de corruptelas.
La corrupción es como una epidemia, si
no se ataja se extiende sin freno, y eso es lo que pasó con el felipismo, que durante
el largo mandato de Felipe González, la podredumbre invadió todas las
instituciones del Estado, y quien tenía que poner medidas para evitar que se
convirtiera en enfermedad crónica, no hizo nada, sino todo lo contrario, porque
sus socios y discípulos difundieron los métodos adquiridos para que perdurara
per secula seculorum, por lo que con el Gobierno del PP de Mariano Rajoy en el
poder, el hedor se ha hizo insoportable.
Y si en las ciudades los partidos
políticos forjan sus propios chiringuitos de donde extraer sus ramilletes de
votos, cosa parecida, aunque con notables diferencias sucede en los pueblos
como Alumbres, Canteras, La Palma, etc., que ni son urbanos ni rurales, pero en
los que predomina una forma de ver y respaldar a sus líderes muy particular.
En los pueblos se establece una cierta
comunión de intereses entre los votantes y los candidatos, porque éstos contribuyen
religiosamente, con dinero público claro, en el brillante mantenimiento de los colectivos
que suelen controlar como fuente inagotable de votos, llámese a estos, Cofradía
de la Virgen o de San Fulgencio, Asociación de Amas de Casa, de Mujeres, Asociación
de la Tercera Edad, etc., etc., etc., de una u otra forma se garantizan la
fidelidad de los agrupaciones de vecinos, independientemente de si carecen de
currículum académico, o el que tienen no es adecuado al cargo al que aspiran,
independientemente de si el candidato es un simple soplagaitas, chismoso, al que
solo le interesa el dinero y las influencias que le pueda reportar el cargo
para el que se postula, y luego, una vez conseguido el puesto deseado se rodea
de fieles más ignorantes que él.
En relación a las Juntas Vecinales que
gobiernan las pedanías, hay un problema añadido, y es que sus componentes no
son directamente elegidos por los vecinos, sino por los partidos más votados en
el municipio, por lo que aquí se suele colar lo mejorcito de las poblaciones, es
decir los más fieles servidores de los políticos del municipio elegidos, y una
vez que toman posesión del cargo ya no hay quien les tosa.
Hay oportunistas, casi analfabetos,
carentes de escrúpulos que se aprovechan de la ingenuidad y las creencias
religiosas de sus parroquianos para trepar en el escalafón social, y hacerse un
sitio entre la casta política, gracias a los padrinos y/o madrinas que los
colocan utilizando todo tipo de argucias dentro de la organización para
imponerlos, no por sus conocimientos, y mucho menos por su honradez, sino por
su fidelidad y la dedocracia que impera en los partidos políticos, y cómo no, por
ser los más pillos del lugar, embusteros patológicos y demagogos, pero sobre
todo, muchos de ellos, malas personas.
En definitiva, en los pueblos también
existen los “cortijos particulares”, otros los llaman clanes, aunque creo que
el más acertado es “caciquismo de nuevo cuño”, porque las formas de dominar las
mentes de los parroquianos, no es ni mucho menos piadosa, sino grosera y
despiadada, al modo que aprendieron de los viejos caciques, humillando a los
colectivos porque los hacen cómplices de todas sus tropelías.
Dibujo: Francisco Atanasio Hernández
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