Antonio “el Rufo” nació en 1924, y no
era ni un acaudalado, ni un rico industrial, pues desde bien niño tuvo que
ganarse la vida trabajando en el campo de porquero, labriego, carretero, etc.,
y finalmente encontró su profesión en la construcción, y de albañil se jubiló
cumplidos los 60 años.
Tampoco fue un intelectual, pues él
mismo confiesa que nunca fue a la escuela, por lo que era autodidacta, pero aprendió
a leer, escribir y hacer cuentas, y me dejó como testimonio de parte de su vida,
un manuscrito en versos muy voluntariosos y sinceros. Así lo expresa él en dos
estrofas distintas:“Colegios no conocí;
no se le daba importancia; al vivir en la ignorancia; como cuando yo nací”
“Yo
pretender no quiero; de la poesía presumir; porque quiero ser sincero; y mi
ignorancia asumir”.
Yo tuve la suerte de conocerlo
personalmente, y considerarlo un amigo, y con más de ochenta años todavía iba
voluntariamente y de forma altruista, a la Residencia de Ancianos de la
Barriada de la Concepción (Quitapellejos), a ayudar a las monjas en lo que fuese
necesario con los ancianos más necesitados.
Antonio Martínez
Gracia “el Rufo”
En mi larga trayectoria como historiador
de mi pueblo natal, Alumbres, muchas veces he tenido que recurrir a los
testimonios de personas mayores, pues no siempre se encuentran en los archivos
los documentos que se desean, sino todo lo contrario, las más de las veces los
datos encontrados son muy escasos e incompletos y tienes que andar otros
caminos para completar el trabajo que te propones, y la memoria de estas
personas me ayudaron en mis investigaciones.
Mis principales testimonios los
extraje de buenas personas, como Antonio Martínez Gracia “el Rufo”, Ginés
Valero Martínez “el Chinche”, Pepe Egea "Pepe el Cano", José Díaz Pascual, Concepción Raja Álvarez, Mariana García Raja, y algún que otro familiar,
como mis tíos, Patricio Mercader Franco, Francisco Hernández Jiménez, Obdulia
Hernández Jiménez, y por supuesto, de mis padres, a todos los escuché siempre con
mucha atención y el mayor de los respetos.
No cabe duda de que Antonio “el Rufo”
fue una persona ejemplar, pero como siempre sucede en los pueblos dominados por
el caciquismo, fue estigmatizado por un acto de solidaridad y no se pudo
escapar del dedo acusador de una sociedad ignorante y servil, que prefiere
creer y darle brillo a la imagen de un corrupto hasta convertirse en su esclavo,
sólo porque va a misa los domingos a pedirle crédito a Dios, antes que intentar
comprender y solidarizarse con cualquier ciudadano honrado, que se expone y
sacrifica por su gente y sus amigos.
Su portentosa memoria le permitía
recitar poemas y veladas de trovos con la misma facilidad que si tuviera el
libro delante, y en mis largas y productivas charlas con él, conocí algunas
escalofriantes historias de la represión franquista en Alumbres.
Me contó muchas historias, aunque aquí
solo voy a destacar algunas de ellas:
Carlos Lizán, que murió en la cárcel,
era el presidente de la Casa del Pueblo de Alumbres (local situado en la calle
Progreso, y fue requisado por los fascistas, luego se utilizó como vestuario de
los jugadores de fútbol, y también para ensayar obras de teatro), y tras la
guerra, le hicieron declarar ante un jurado formado por conocidos fascistas
alumbreños, y después, tras la declaración, cuando Carlos estaba en la salida
del local, al borde de la carretera, uno de los caciques le dio una patada en
el trasero tirándolo en medio de la calle, a la vez que le gritaba “Vete de aquí viejo marxista” (Carlos
Lizán entonces tenía más de 60 años y era un anciano).
En ese mismo local, los fascistas
destrozaron todo lo que se les puso por delante, entre otras cosas, una foto
que recordaba a los fallecidos en el luctuoso acontecimiento del 7 de marzo de
1916, en la Fundición de Pío Wandosell donde murieron 7 huelguistas, entre los
que se encontraba un alumbreño, Valentín Escobar Callejón.
Aguador
En la postguerra, el Rufo trabajó de
carretero para “Paco el Estudiante”, que vivía cerca del Abrevadero, entre éste
y el Collado Los Pinos, y transportaba agua a las Baterías de Aguilones,
Conejos y Roldán. Por entonces, Gertrudis “La Chusquera” negociaba con el pan
de estraperlo, el saco de “chuscos” procedía de La Unión y lo recogía en El
Portazgo, y aprovechaba el carro del “Rufo” para transportarlo hasta su destino
en el poblado de pescadores de Escombreras. Ese pan estaba hecho de harina de
trigo y de cebada, por lo que tenía una tonalidad verdosa.
En 1964, una redada
de la Policía Político Social de la dictadura, dio como resultado la detención
de 17 personas de Torre Pacheco, La Palma, Los Dolores, El Algar, Cartagena y
Alumbres, acusadas de formar parte de una célula u organización del PCE. Los
vecinos de Alumbres resultaron ser, Antonio Martínez Gracia “el Rufo”, Patricio
Mercader Franco, José Egea Soto “Pepe el Cano”, Sebastián Barcelona “el
Pintao”, y Teodoro Egea.
Certificado de libertad de Antonio “el
Rufo”
Después de pasar varios meses en la cárcel de Carabanchel,
y de Cáceres fueron puestos en libertad provisional, con la obligación de
presentarse todas las semanas en comisaría, también durante varios meses.
Los detenidos alumbreños fueron estigmatizados sin
compasión por los vecinos, pero con “el Rufo”, hubo un punto más de
ensañamiento, pues se divulgó que era el “cabecilla” del grupo, para lo que
nadie tuvo en cuenta el bajo nivel de preparación académica que tenían todos
ellos.
Es más, a lo largo de los años, he podido comprobar que si
sabían algo de los principios del comunismo, era tan sólo lo que los curas
obreros de aquellos años pregonaban basándose en la doctrina universal del Cristianismo,
a saber “El primer comunista fue Cristo”,
de hecho, no se puede ignorar que de aquellos curas progres, la mayoría militaron
en el PCE de Carrillo, que legalizó su partido a cambio de renunciar a la
República, y tras un estrepitoso fracaso electoral, terminó integrando a los
suyos en las filas del PSOE de Felipe González a mediados de los años ´80 del
siglo pasado.
Por último quiero recordar que él fue el principal promotor
de la construcción de las 14 viviendas del Zaraiche que hay junto al campo de
fútbol, al lado Este de la vía, y que fueron terminadas el mes de abril de
1964, después de seis años de duros trabajos de los 15 hombres que menciona en su poema, (Gabriel, García, Teodoro, Escobar, Camilo, Pepe "el Piri", Manolo, Patricio, Narciso, Perico, Ojados, Calleja, Antonio López, Federo y Antonio "el Rufo"), pues
solamente dos de ellos eran albañiles, y lo celebraron con una comida junto a
las casas, amenizado con un tocadiscos prestado por Amaro Celdrán (el padre).
14 viviendas del zaraiche
A tan memorable acto le dedicó varios sencillos poemas, el
primero de ellos dice así:
Los que aquí presentes estamos
celebrando tan feliz día
nos inunda la alegría
porque al fin ya terminamos
lo que nadie se creía.
Quién nos iba a predecir
cuando las casas empezamos
que nos podíamos reunir
para gozar y reír
por la obra que acabamos.
Fuentes consultadas y/o utilizadas
Libros
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres en el siglo XX.
-Francisco Atanasio Hernández. Retazos de la historia de Alumbres.
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres algunas historias pendientes.
-Asociación P´ Alante-Abraxas. Cien semblanzas de la resistencia.
Documentos
-Certificado de libertad de Antonio Martínez Gracia " el Rufo" 1965
-Tasación de costas practicadas en la causa nº 140 de 1964
-Manuscrito de Antonio "el Rufo" sobre su vida en versos (de mi archivo particular).
Poema dedicado a la finalización de las casas
-Antonio Martínez Gracia.
Fotos
-Antonio Martínez Gracia "el Rufo".
-Francisco Atanasio Hernández.
Testimonios
-Antonio Martínez Gracia.
-Pepe Egea.
-Pepe Barcelona "el Lonas".
-Patricio Mercader Franco.
-Francisco Hernández Jiménez.
-Obdulia Hernández Jiménez.
-Josefa Hernández Jiménez.
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