Hace
unos días se iniciaron las obras para la construcción de una terraza en la
cantina que hay en las instalaciones del Secante y que solo la utilizan los
clubes de fútbol ligados al Sr. Reverte, también Secretario Comarcal de la UGT,
por cierto, el único directivo del fútbol alumbreño que disfruta de despacho
propio, y que en sus muchas horas libres se dedica a gestionar algunos clubes del
fútbol base local.
Terraza de la cantina del fútbol base en
construcción 15-5-2019. Foto: Francisco Atanasio Hernández
Esta mejora se entendería mejor que
como un favor a la clientela, si la cantina la utilizáramos también la SFC
Minerva, pero no, el Club de Tercera División, carece de cantina, y además, esa
parte de las instalaciones solamente la utilizan los aficionados de los equipos
de fútbol base, curioso, porque con el pretexto de que haya seguridad para los
árbitros, la entrada para los partidos de competición de la SFC Minerva se
realiza por la puerta que da acceso al pabellón deportivo cubierto.
Es más, desde que la SFC Minerva se
fundara en 2012, cada vez que hemos conseguido algo ha sido a base de protestar
airadamente, lo cual pone de manifiesto, una vez más, que ni todos los clubes
somos igualmente tratados por el Ayuntamiento y la Junta Vecinal, ni el dinero
público se emplea con criterio de justicia y equidad.
Son muchas las reivindicaciones
pendientes que son abordadas con la misma indiferencia que he mencionado.
Desde hace varios años venimos
reclamando la mejora de la deficiente iluminación del campo de fútbol, y en
invierno, se hacen bastante complicados los entrenamientos por la tarde, y por
supuesto es imposible programar los partidos después de las 17 h., pero es como
si nunca se hubiese dicho nada.
La megafonía de las Instalaciones está
en el despacho del Sr. Reverte, por lo que no está accesible para todos los
clubes, así que hace un par de meses, la SFC Minerva se tuvo que rascar el
bolsillo para instalar un sistema de megafonía propio.
Lo que debería de ser un museo del
fútbol alumbreño está ubicado en un inadecuado y lóbrego lugar, al que no
tienen acceso los aficionados, tan solo los que los dirigentes del fútbol base
quieran dejar entrar. Los demás aficionados no podemos disfrutarlo ni mostrarlo
a familiares y amigos. Hace algunos años se pidió el cambio de ubicación, pero
el Ayuntamiento de Cartagena y la Junta Vecinal de Alumbres tienen los oídos
taponados para todo aquello que afecte o proponga la SFC Minerva.
Desde hace tres meses El Secante dispone de
marcador, pero después de haberlo reclamado en innumerables ocasiones, y lo
mismo sucede con otras pequeñas cosas. Si no pedimos no hay nadie que se ocupe
de hacer una relación de necesidades, todas las mejoras que se han ido
consiguiendo a lo largo de los 7 años de existencia de la SFC Minerva han sido
a base de reclamarlos públicamente, lejano en el tiempo se encuentra el intento
del gestor de las instalaciones en 2012, Sr. Reverte, de cobrarnos por la
utilización de las instalaciones deportivas.
Desde el verano de 2016, está
desmantelado el monolito que se levantó en El Secante en 2009 en memoria de
todos los protagonistas del Fútbol en Alumbres, pero eso parece que al
Ayuntamiento y la Junta Vecinal de Alumbres les resbala, porque ni investigaron
el acto vandálico, ni se depuraron responsabilidades, ni ha habido intención
alguna de restaurarlo en estos tres años, es más está claro que los malhechores
tienen fácil acceso, es decir están muy cerca, porque alguna que otra vez ponen
la pelota, para días después volvérsela a quitar, una forma de burla que solo
delincuentes consentidos se pueden permitir. Por todo lo dicho, parece que el
mejor respaldo de los vándalos es el Ayuntamiento y la Junta Vecinal.
El monolito Antes y después de desmantelado. Fotos:
Francisco Atanasio Hernández
Paradógicamente, con el monolito del
Secante, no hay el mismo celo de conservación que con el que hay levantado en
el cementerio en honor del fascista Antonio Pérez García, así como con el
nombre de las calles en las que se rinde homenaje a fascistas conocidos.
El pasado verano de 2018 decidieron
poner asientos en las únicas gradas que disponen las instalaciones, pero
dejaron sin ponerlos en un tercio del graderío, y así continúa, no se sabe
hasta cuándo.
Detrás de la portería del lado
Norte, hay un pequeño campo de tierra que no se utiliza para nada desde hace varios
años, y que podría utilizarse para ampliar el graderío, porque no existe
ninguna razón, y menos de seguridad para que no se utilice la entrada a las
instalaciones por la puerta que siempre se usó, y que en la actualidad sólo se
emplea para la entrada de aficionados en la disputa de partidos del fútbol
base.
Por cierto, el lugar donde se
expenden las entradas está muy deteriorado y quizás convendría un cambio de
ubicación.
En definitiva, parece que en el
Ayuntamiento de Cartagena y la Junta Vecinal de Alumbres, solamente hay oídos
para satisfacer las ansias de poder y mezquindad de la “clientela”, y cuanto
más desprestigiados están, más ayudas y respaldo político y social obtienen.
Por eso aquí nunca pasa nada, en
este país no dimite nadie, y en Alumbres tampoco, como en los viejos tiempos
del caciquismo, y menos quienes están sustentados, contra viento y marea, por
grupos de personas que se contentan con que de cuando en cuando se acuerden de
actuar de conseguidores de ayudas para las procesiones y acompañarlas con cara
seria y compungida, sin olvidarse de asistir a misa periódicamente a pedirle
crédito a Dios para seguir siendo injusto, con eso, parece suficiente para ser
bendecidos y respaldados.
Y es que, en los pueblos como
Alumbres, un siglo después, sigue perviviendo el caciquismo alienante, aunque con
algunas diferencias respecto a la etapa anterior. En otras épocas, los caciques
del pueblo eran gentes adineradas, empresarios mineros y poderosos
terratenientes que dirigían o tutelaban a cada uno de los órganos de gobierno
de la población, acompañados de un grupito de “palmeros” que apoyaban y
aplaudían sus mezquindades a cambio de favores. Por lo general eran igual de
beatos que su séquito y solían refugiar sus impúdicas babas en una falsa e
indecorosa, pero lucrativa, devoción a San Roque, y por todo ello gozaban de
poder e influencias suficientes como para cometer todo tipo de tropelías sin
temor a que nadie les pidiera cuentas.
Pero desde los albores de la
democracia, una nueva clase, aparentemente altruista, pero con un fino sentido
de la oportunidad, y con muy pocos escrúpulos, se ha venido instalando en los
órganos de gobierno de los pueblos, y desde entonces, lo controlan y gobiernan
todo, en la mayoría de los casos, sin dar cuentas de nada más que de lo que a
ellos les interesa.
En la actualidad, la mayoría de los
dirigentes de las organizaciones supuestamente democráticas son personas del
pueblo llano, aunque en general ligadas a la disciplina de los partidos y
sindicatos corrompidos, trabajadores, sindicalistas y politiquillos que se
autoproclaman progres, socialistas y sindicalistas de clase, aunque luego sus
actitudes en el desarrollo de sus obligaciones, sean más propias de caciques y
derechistas trasnochados que de lo que proclaman a los cuatro vientos.
Y como los viejos caciques, profesan
una devoción casi enfermiza al patrón del pueblo, San Roque, al que las más de
las veces utilizan de paraguas y a la vez como fuente de votos en los procesos
electorales.
Individuos que repudian a sus
familiares y convecinos por la condición de ser diferentes y por reclamar más
democracia, más justicia, y más equidad,
no merecen el calificativo, ya no de socialistas, ni siquiera de
demócratas. He conocido a gente, y tengo amigos calificados como de derechas,
que nunca me preguntaron mi tendencia política y siempre me respetaron como
persona, pero estos caciques de nuevo cuño carecen del más mínimo sentido del
ridículo, y sobre todo de ética donde puedan medir moralmente sus actos.
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