Aún
es pronto para aventurar ninguna hipótesis, pero a los que tenemos el “rabo
pelao” de las hostias que hemos
recibido, los precedentes nos dan una primera pista y es que de lo que
prometieron cuando estaban con el agua al cuello, en unos días no se acordarán
de nada, por eso prefieren que pasen unos días o semanas, para que la euforia
baje unos grados, o esperar a que se celebren las Municipales, para que el
discurso del miedo continúe dando frutos y mientras tanto la gente se olvide de
lo esencial.
Por supuesto yo quería haberme
abstenido, pero finalmente también he votado en estas elecciones en un intento
de parar a los matones que amenazan con cargarse la Constitución, que aunque
mala, siempre es mejor eso que una dictadura.
Lo curioso es que el triunfalismo ha
calado incluso en aquellos que han perdido, como si la política fuera un
deporte y bastara con participar. Pues no, la política no es un deporte y
cuando se pierde, lo que tiene que hacer cualquier político mínimamente
honrado, es no esperar a que lo echen, sino irse a casa a cagarla donde
corresponde.
Ya lo dije en un escrito anterior
que publiqué en febrero, la izquierda está huérfana, porque al PSOE se le puede
calificar de cualquier cosa menos de izquierdas, y no hay que hacer mucha memoria
para confirmarlo.
Empezando por los impresentables Felipe
González y Alfonso Guerra que corrompieron todas las instituciones del Estado,
incluida la Guardia Civil, y resucitaron el Terrorismo de Estado con los GAL, y
además, fueron los primeros que recurrieron al voto del miedo para después
incumplir más de 90 de sus “CIEN PROPUESTAS PARA EL CAMBIO”, incluida la salida
de la OTAN.
Y terminando con las promesas
incumplidas por Pedro Sánchez, hace solo unos meses, iba a derogar la Reforma
Laboral de Mariano Rajoy; iba a derogar la Ley Mordaza; reformaría la
Constitución; los pensionistas tendríamos una revalorización de las Pensiones
por Ley; iba a sacar a Franco del Valle de los Caídos antes de Navidad; etc.,
promesas, solo promesas convenientemente aparcadas para no enfadar a los
poderes fácticos, la mayoría de la sociedad se merece menos respeto y
consideración que los mercados, la banca, las eléctricas, las grandes fortunas,
los franquistas, etc.
Así que, ya veremos, una vez más, por
donde sale el voto útil que muchos ciudadanos confiados han depositado en las
urnas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario