Según el acuerdo alcanzado el pasado sábado 15 de junio entre los equipos del PSOE y el PP más C´s, cada una de las dos candidatas que encabezan la lista de concejales ostentará la Vara de mando durante dos años, y lejos de avergonzarse de un pacto antinatura, entre el PSOE que se postula como el partido de la izquierda, y el PP y C´s que representan a la derecha más casposa y que no tienen empacho en pactar en todos los lugares que pueden con la ultraderecha de VOX desmarcándose de las recomendaciones de Europa, a la mayoría de ellos se les vio abrazándose en la sala de plenos.
En ese momento de euforia no importaba si el abrazado era de derechas o de izquierdas, el abrazo con el colega era necesario e inevitable, porque lo que importaba era la "pasta gansa", los sueldazos que se garantizaban durante cuatro años más algunos que no pueden fanfarronear de tener titulaciones académicas más allá del Graduado Escolar.
La política no podía caer más bajo y el PSOE de Cartagena y sus concejales tampoco, han defraudado a sus electores y han echado un poco más de porquería a esta podrida democracia.
Nadie ignora que la mayoría de políticos de la actualidad carecen de ideología, y actos como este lo vienen a confirmar, por lo que su mayor aspiración es la de coger un sillón lo más confortable y remunerado posible, y para ello les da igual formar parte de un partido que se llame de izquierdas o de derechas, de hecho, las diferencias entre los programas de unos y otros radican en la capacidad de mentir de cada uno de ellos, y estamos tan acostumbrados a que nos engañen que nos hemos insensibilizado, hasta el punto de que ya no distinguimos lo bueno de lo malo y con más frecuencia de lo aconsejable convertimos a los verdugos en víctimas y a las víctimas en verdugos.
Desde la transformación de la dictadura en democracia sólo nos han gobernado de forma alternativa –es lo más parecido a los tiempos de Cánovas y Sagasta- los dos partidos más corruptos de Europa, el PSOE, que se postula como partido de izquierdas y que jamás ha cumplido sus programas electorales en materia social, y el PP, el partido de la derecha más casposa.
La concatenación de la política antisocial de ambos partidos, ha supuesto la destrucción de todas las conquistas laborales conseguidas desde la transición.
Vivimos una época de pura ficción social,
nada es lo que parece y nadie es lo que se cree que es, pero mucha gente, la
mayoría de la sociedad, suele dejarse llevar por el criterio empleado por
quienes tienen los medios para fabricar falsas identidades, entre las que cabe
destacar a los políticos del momento que interesa lanzar al estrellato, es
decir, “los bien nacidos” que después nos desvalijan con la colaboración de sus
mejores aliados.
Hace unos pocos años, aparecieron en el
mapa político español dos nuevas formaciones políticas que según decían venían
a regenerar la podrida vida política española, sustituyendo a los viejos y
corrompidos partidos tradicionales, sin embargo se han ido diluyendo poco a poco
porque han resultado ser malas copias de lo que había.
Los políticos de los últimos cuarenta
años nos llaman ciudadanos empalagosamente, pero todos sabemos que los partidos
supuestamente democráticos nos han convertido en vasallos de una extraña sociedad
a la que llaman Estado de Derecho, pero regida por una monarquía hereditaria,
que paradójicamente no se somete a ninguna elección, y además disfruta de total
inmunidad como en la Edad Media, por obra y gracia del dictador Franco, cuyos crímenes tienen prohibido juzgar los tribunales españoles.
El caso es que a lo largo de la historia
son muchos los calificativos que se han empleado para adular a las personas que
interesa elevar a las alturas, y lo mismo sucede cuando se trata de quitar del
medio a personajes o grupos a los que se llaman molestos.
En tiempos pasados, sólo por ir con
frecuencia a la iglesia, y ser generoso con el “cepillo”, se decía de algunos que eran muy buenas
personas y muy buenos cristianos, independientemente de si su comportamiento en
general, era más propio de un miserable personaje degenerado hasta la saciedad y
sin el menor atisbo de escrúpulos, o de un empresario explotador sin límites
morales, o un sátrapa asesino del que
hubiera que andarse con cuidado.
Luego están los “buenazos” de toda la
vida, son gente que por lo general están considerados como idiotas dentro de la
colectividad, y por ello todo el mundo intenta sacarle partido a sus
relaciones, porque como no se enteran de nada, “los listos” siempre están
atentos a sacarle el mayor provecho personal posible.
Ya en los años 80, entre la progresía,
se acuñó un nuevo término, “auténtico”, “es auténtico” se decía, para calificar
a quienes se consideraban personas fiables sin condicionamientos posibles, y de
hecho, en aquellos tiempos hubo políticos, muy poco transparentes por cierto,
que hicieron carrera sin tocar un libro, gracias a la buena imagen que tenían
entre sus acólitos por los favores que recibían a cambio, y sobre todo la que
le dio la prensa interesada.
Otro adjetivo utilizado es el de “guay”
con el que se ponía de relieve lo buena persona, lo auténtico que era aquel individuo o cosa a
la que se le atribuía esta virtud, y ello sin reparar, como es costumbre, que
la mayor de las veces solo vemos la fachada, el interior de cada persona, su
verdadera personalidad, suele quedar a cubierto de escrutadoras miradas, porque
solamente enseñan de ellos la parte que les interesa, y son como los camaleones
adoptan el color del lugar donde se encuentran.
A esos que buscan la parte escondida de
las cosas, y sobre todo de las personas, al principio de nuestra democracia se
les llamaba, en el mejor de los casos, inadaptados, locos, o extremistas,
cualquier cosa antes de que pudiera sacar a la luz las oscuras y antisociales intenciones
de los individuos con doble personalidad, y pronto formaba parte de los
elementos a eliminar sin contemplaciones.
Como cada vez somos más modernos y más
finos para calificar a los que solo tienen un perfil, ahora se les llama “elementos
tóxicos”, y es que quienes emplean el peyorativo e intolerante término, lo que
pretenden es neutralizar las opiniones contrarias a las suyas y que no saben o
no pueden rebatir, de ahí la expresión ”alejarse de elementos tóxicos”. La
intolerancia es el principio motor de la mencionada expresión.
En relación con éstos últimos están los
que comúnmente se denominan “personajes polémicos”, y es que si hay algo que no
soporta el pensamiento autoritario, se llame como se llame, absolutista,
dictador, derechista, fascista, etc., etc., es que alguien le discuta su
opinión y tenga otra distinta a la de él tanto o más consistente que la suya, y
además lo haga defendiendo unos principios morales de los que él carece.
Entonces aparecen los métodos de intolerancia
que se emplea con los “elementos tóxicos”, donde predomina el aislamiento,
porque los “polémicos“ pueden llegar a poner en cuestión a los pastores del
redil y en último caso disgregarlo, por eso emplean la frase más comúnmente
utilizada desde los albores de nuestro actual sistema político, “con ese no te
juntes, es un elemento polémico y muy tóxico”.
En definitiva, en todos los tiempos hubo
personajes y grupos que defendieron sus ideas como pensamiento único, y
alimentándose de ellas un gran rebaño, por eso es tan difícil y complicado
hacer que la sociedad avance, porque sólo una minoría pone en cuestión los
fundamentos del redil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario