A
lo largo de mi vida he escrito muchas cosas sobre mi pueblo, Alumbres, y la
verdad, me habría gustado que todas ellas fuesen bonitas como un mundo
fantástico, pero eso habría sido distorsionar la realidad, pues la vida está
llena de cosas y hechos memorables y también desagradables, por lo que nunca me
pude sustraer a contar la verdad por dura y agria que fuese, y me siento muy
orgulloso de haber sido sincero conmigo mismo y con los demás, y de haber
escrito lo que escribí y lo que espero que la vida me deje escribir todavía.
Por eso, y a pesar de todos los inconvenientes
que producen algunos de mis relatos históricos, narraciones y otros escritos, más
o menos críticos, especialmente en esos personajes que de una u otra forma se
dedican a la política y van de "demócratas de toda la vida", pero que no soportan a la gente de pensamiento libre que
no se deja manipular y que jamás les dora la píldora, yo seguiré el dictado de
mi conciencia libre de ataduras y cada cual que siga el que quiera.
No obstante hice una excepción en
mis escritos, concretamente en lo que se refiere a la poesía, cuyos trabajos en
su mayoría, están inspirados en lugares recorridos en mi infancia y juventud, y
también en acontecimientos de todos los tiempos, muchos de ellos ya los he
publicado en mis libros y en revistas culturales y sociales.
Aquí solo voy a poner algunos de los
poemas que considero representativos y espero que sean del agrado de aquellos a
los que les gusta la poesía.
Yo soy de aquellos que nunca olvidan sus raíces, nací en una familia humilde y en un pueblo abandonado de la mano de Dios, allí crecí como pude y forjé mi temperamento para bien o para mal, y no me arrepiento de nada de lo que hice en mi vida porque nunca busqué hacer mal a nadie, sino todo lo contrario, servir a mi pueblo y no aprovecharme ni de él, ni de nadie, como otros han hecho y algunos siguen haciendo.
DE LAS RAÍCES
Recuerdo de entonces
el aroma
penetrante
del hinojo y el
tomillo
sorbiendo mis
sentidos
en avalanchas
imparables
de ansiedades
y de hambres
angustiosas
que traspasaban
mi escuálido
cuerpo, como
navajas afiladas,
entre las
tinieblas
de mis
ensoñaciones.
Buscaba entonces
en el fondo del
silencio
una palabra de
sosiego
que nadara en la
espesura
de la noche
en la densa oscuridad
del agitado mar
de pesadillas
en que navegaba
sin rumbo.
Entonces buscaba
y rebuscaba sin
descanso
entre las ingles
redentoras
la memoria
imperturbable,
las raíces del
pasado,
una señal
indeleble
un testigo mudo
una cómplice
mirada
un suspiro
enamorado
que alentara las
pasiones.
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SEQUEDADES
Yo
surgí de los sudores
de
una tierra de secano
entre
montes pedregosos
con
sabor a manganeso.
Igual
que las lagartijas
me
confundí en los roquedales
y
remendé las angustias
y
camuflé la ansiedad.
A
los palmitos e higueras
almendros
y limoneros
leche
y miel acidulada
les
tomé por alimento.
Yo
soy de un pueblito humilde
que
por respeto a la mar
se
abrazó al monte y la huerta
y
a las minas de galena y de pirita.
El
alumbre fue su origen
y
el sacro rey lo bendijo
para
gloria del imperio
allá
por el mil quinientos.
Entre
el mar y la llanura
entre
el campo y la ciudad
entre
la blenda y el trigo
crece
el hambre y la abundancia.
Yo
procedo de las minas
y
los terrazgos resecos
yo
procedo de la ausencia
del
amor y la ternura.
Y
hasta la mar van las aguas
que
las tierras no precisan
y
en la mar se depositan
los desamores y el odio.
El molino y su entorno, es un lugar
entrañable para los de mi generación, allí, en nuestros juegos infantiles,
pusimos en escena los personajes de las películas de yanquis, de indios y
mexicanos que frecuentemente nos ponían en el cine, y a él le dediqué el
siguiente soneto.
AL MOLINO DEL TIO PACO EL DEL GARABITO
que a mi cuerpo
emocionado se abrazaran
y en la paz de
mi semblante dibujaran
sentimientos que
florezcan portentosos.
Y en las piedras
centenarias pareciera
que del muro
sobresale imperturbable
la pasión por tu
memoria venerable
que la esencia
de los tiempos guareciera.
La lona del
velamen danzara al viento
porque los
surcos venturosos de la ciencia
restablezcan tu
esplendor en movimiento.
Y dejaras que
seduzca a la conciencia
tú, molino, con
tu noble encantamiento
tu dulzura, tu
silencio, tu cadencia.
Como muchos sabéis, desde que tengo uso de razón, he sido entusiasta practicante de dos deportes en especial, el fútbol y el atletismo, y en los últimos años he compaginado mi dedicación al equipo de Alumbres de Tercera División, (en la actualidad en Preferente) la SFC Minerva, y la práctica del running, que mientras mi cuerpo aguante seguiré practicando.
El siguiente poema está inspirado en los
tiempos de mi infancia en los que empezaba a formar parte de los equipos de
fútbol del pueblo, y toma como modelos a la diosa griega Artemisa, cuyo reino
es la naturaleza virgen y salvaje y la diosa romana Minerva, diosa del conocimiento
y la sabiduría, que da nombre a nuestro equipo de fútbol y al casino.
MINERVA EN EL SECANTE
Algunos días me sorprende el destino
vestido de corto
entre ramos de
tomillo y azahar
correteando por
El Secante
tras sus
volátiles huellas
cuando Artemisa
danzaba
entre felinos y
arpías
por los campos
de amapolas
del reinado de
Minerva.
Entonces los veo
allí, a todos ellos
sobre el terreno
de juego
vestidos de azul
y grana
como siempre,
corriendo tras
el balón
con juvenil
entusiasmo.
Deprisa, la
rebelde Artemisa
se pone a la
estela
y funda su
escuela
de fútbol en Alumbres
y dota al
Secante
de casta y
grandeza.
Se apasiona el
aire
se emociona el
templo
y se enhebra
jugada
pasando la bola
rodando en el
suelo
pegada a la bota
uniéndola al
cuerpo
la da de cabeza
la baja hasta el
pecho
golpea de volea
y penetra en la
meta
el tiro certero.
Minerva
despierta
florece deprisa
con la nueva
savia
que trae
Artemisa
y un cielo
estrellado
precede al
Olimpo.
Minerva
exultante
llamaba a su
aurora
y hora tras hora
la bola rodaba
por el áspero
suelo
y al lado del pueblo
el estadio
vibraba
y enfrente del
mundo
brillaba en la
gloria.
Con hojas de laurel, es un poemita
que escribí para homenajear a todos los protagonistas del fútbol alumbreño con
motivo del Centenario del Fútbol en Alumbres en 2009, y se dispuso en una placa
de metacrilato que portó el monolito que hay en El Secante hasta que algunos desalmados
lo desmantelaron hace varios años, concretamente en 2016, y así sigue,
desmantelado, como si a nadie del pueblo le importara.
CON HOJAS DE LAUREL
Para nuestros jugadores,
directivos, técnicos, utilleros,
aficionados y entrenadores
del fútbol de Alumbres
de todos los tiempos.
Para que el tiempo ni nada
pueda borrar sus entrañables huellas
y para que el aire del Secante
nos envuelva con su generoso aliento.
Con hojas de laurel
coronamos su memoria
para que la memoria viva
y viva ese mágico momento.
La diana en las fiestas de San Roque, es un momento emocionante para todos los que nacimos y nos hicimos adultos allí, y naturalmente tenía que hacer algo en su honor.
LA DIANA DE SAN ROQUE
Eran las siete menos un minuto de la mañana
de un caluroso
dieciséis de agosto
y mirábamos
ansiosamente la carátula del viejo reloj
adosado a la
fachada del campanario de la iglesia
que aún movía
cansinamente sus oxidadas manecillas
en el sentido
acostumbrado,
no sin riesgo,
de que nos aguara las fiestas
parándose
definitivamente en cualquier momento.
Cerca, en la
fachada de su derecha,
sobre la puerta
principal del templo
estaba él, San
Roque,
y acompañado de
su inseparable perro
se apoyaba en su
inquebrantable cayado
y solemne y
majestuosa su escultórica figura
miraba fijamente
desde su privilegiada hornacina
a la
multitudinaria concentración de alumbreños,
de todas las
edades, que nos agolpábamos en la plaza
como todos los
años.
Daban las siete
en el reloj
y el tiempo
parecía que se paraba un instante
veinticinco
grados marcaba el termómetro
más los que cada
cual llevara en el cuerpo
y aún no había
salido el sol
y un cohete y
otro y decenas de cohetes tronaron
en el bullicioso
amanecer tan esperado
y una trompeta
sonó sensiblera y primorosa
de entre el
grueso de la muchedumbre
y enseguida le
siguió el ritmo el resto de la banda
y las campanas
repicaron a rebato
reclamando la
presencia de todos los vecinos sin excepción
devotos, paganos
y escépticos
que aún seguían
durmiendo
la resaca de las
fiestas.
Era la hora de
la tradicional diana
que mis paisanos
de Alumbres
dedican cada año
al patrón de la parroquia
y ese delirante
minuto de expectante satisfacción
pudo tener la
virtud de hacer olvidar
todo un año de
alejamiento y nostalgia.
La Banda de Cornetas y Tambores de Alumbres. Foto: Cortesía de Pepe Martínez
El Canalote fue un lugar para los de mi
generación y anteriores muy querido y muy frecuentado, aunque hoy, por
desgracia, ni siquiera hay caminos para llegar a él.
EL CANALOTE
Aquellas tardes de sosiego
incomparable,
de los días de
La Candelaria,
retozábamos plácidamente sobre las alfombras
de espartos y de
aneas
de gramas y de
tomillos
que abrazaban al
arroyuelo del Canalote
y más que
consumirse, se devoraban
como las
sabrosas y escasísimas tortillas
que la abuela se
esmeraba en preparar.
Muchas veces, el tiempo se disfraza
de triste melancolía en nuestro cerebro, y surgen soliloquios, recordándote que
por duro que fuese el pasado no puedes dejar de seguir soñando en un futuro
prometedor.
EN TUS ANSIAS,
AMAPOLAS
Sé que temes al futuro
como a un fantasma del pasado
que te araña las entrañas.
Clamores y estridencias
te despiertan de improviso
de tu mundo de ficción.
Pero sé que estás ahí
andando los caminos
en el cristal de la noche.
Y tus pies desnudos
desandan ensueños
en la oscuridad.
Y esperas
que la luna
refleje en tu mirada
su hechicera fantasía.
Y esperas
que tus ansias
esculpan amapolas
por los rincones
del día a día.
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LA ALCANCÍA DE SUEÑOS
He participado en muchas actividades
sociales y deportivas del pueblo, y una de ellas fueron los recitales poéticos,
que se realizaron con motivo de la renuncia de Repsol al proyecto de los
depósitos de gas, de ahí los poemas que elaboré en su memoria. En aquellos recitales
también pagué el tributo a mi espíritu libre y su osadía, al recitar un poema
pacifista que no le gustó a los amos de las marionetas, y sólo tuvieron que
tirar del hilo para que éstas bailaran al son que les tocaban desde bambalinas.
El mencionado poema pacifista es el siguiente:
DE QUÉ PAZ NOS HABLAN
De qué paz
nos hablan
esos payasos
que nos llaman
a filas
y a los
bombazos.
De qué paz
nos hablan
esos patriotas
que se pasan
las leyes
por las pelotas.
De qué paz
nos hablan
esos embusteros
que roban
y matan
como cuatreros.
De qué paz
nos hablan
esos belicistas
que bendicen
las bombas
de los
fascistas.
De qué paz
nos hablan
esos cretinos
si la libertad
la ordenan
los asesinos.
De qué paz
nos hablan
esos “valientes”
que asesinan
a niños
y a inocentes.
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EL
ESPÍRITU DEL ALUMBRE
Aquella noche,
la luna se
empapaba
en almibaradas
voces de ternura
que recitaban
poemas
en las puertas
del Olimpo.
Y apasionantes
destellos de
sonrisas
y emociones
inefables
recorrían las
entrañas
y el espíritu
antológico
del alumbre.
Aquella noche,
la fantasía
discurría
en arrolladores
torrentes
de ilusiones y
ansiedades
ante los ojos
entusiasmados
de la multitud.
Y los duendes
de la poesía
concentraban sus
esfuerzos
en soñar que
sentían
y sentir que
soñaban
en un sueño.
Aquella noche,
la bóveda
celeste
se cuajó de
estrellas
que querían
brillar
con luz propia
en aquel preciso
momento.
Y brillaron las estrellas
y lucieron los
luceros
y la noche se
rindió
al hechizo de la
poesía
y al delirante
resplandor
de los
soñadores.
ALUMBRES ESTÁ QUE ARDE
Viernes trece
para doce poetas
con palabras de
lujo,
imágenes de
fantasía
inundaban el
ambiente
de la fiesta
literaria
a los pies
de la imagen de
San Roque.
Doce poetas
como doce
apóstoles de la ilusión
desparramaban
metáforas
a su alrededor
y la lírica
salpicaba
de emoción a los
vecinos
que alucinaban
bajo el mágico
influjo
de la luna llena
que alumbraba el
corazón
de los
soñadores.
Viernes trece
para doce
apóstoles de la palabra
y en el fondo
se desborda la
pasión
por la fiesta:
“Alumbres está que arde”.
Por último, el poema siguiente es un acróstico, cuyo título se lee con las iniciales de cada verso “Alumbres desde mi memoria” y la primera estrofa forma parte de la portada de mi libro de poesía “La alcancía de sueños
A veces, la
luna vuelve a brillar
Lisonjera en
mi memoria
Un escalofriante momento.
Mi guitarra suena entonces quejumbrosa
Bordando melancolía por mineras
Rimas con sabor a pirita y alumbre
Esquirlas de fuego y pasión desenfrenado
Siembran caricias en mis entrañas.
Duendes, dioses y pitonisas
Encienden sus mágicas hogueras
Sobre la seca hojarasca de mis ancestros
Desde donde la savia lechosa de las
higueras
Emerge hasta las cenizas de mis sueños.
Montes de esparto y bizcocho
Ingles de sol y artemisa.
Mieles de cera y cristal
Entre nubes y azucenas
Miran la orilla del mar.
Orlas de cal y granito
Rifan sus lomas al viento
Inflaman la ocasión de azul
Aires de todos los tiempos.
Fotos
-Francisco Atanasio Hernández.
-José Martínez Ros. Foto de la Agrupación Musical.
-Autor desconocido. Artemisa.
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