Después de la reciente debacle
electoral, los de Podemos, dicen que ya están trabajando para volver unidos y
continuar su plan de transformación de la sociedad, y eso lo dicen después de
haber estado varios meses jugando a la formación de un nuevo tinglado político
que les permita seguir aparentando lo que no son, y peleándose por los sillones
con IU, SUMAR, y otras fuerzas supuestamente progresistas, pero parece que han
perdido toda credibilidad, al menos eso es lo que dicen los resultados.
Ellos son perfectos, y como siempre
sucede, no hay la menor autocrítica, si algo ha fallado es culpa de los demás,
y los que escribimos alguna crítica, o somos reaccionarios o sus más acérrimos
enemigos.
Con normalidad, los políticos,
suelen decir que solo los que forman parte del partido tienen derecho a hablar
de su política o a reprocharles su errores, pero eso es una mentira barata,
como tantas otras que se inventan para que los ciudadanos que vemos un poquito
más allá que la mayoría nos quedemos callados.
Llegaron a la política al grito de ¡Le
llaman democracia y no lo es! ¡Democracia real ya!, pero cuando se sentaron en
los mullidos y calentitos sillones de los ministerios, cuando tocaron poder,
comenzaron a “entrar en razón”, claro que, en la razón que al PSOE y al poder
financiero les interesa, cuatro años después, el sistema supura déficit democrático
por todos sus poros, pero aún se atreven a decir que el Gobierno actual, es el
Gobierno más progresista de la historia.
Todo este desastre político, comenzó
cuando Podemos se negó a apoyar al Gobierno del PSOE tras las elecciones de
abril de 2019 desde fuera, mediante acuerdos programáticos o puntuales,
provocando la repetición de elecciones tras el verano, para una vez fracasado
el plan, milagrosamente, al día siguiente de las elecciones ya había un acuerdo
de gobierno entre el PSOE y Podemos, curiosamente, cuando los dos habían perdido
diputados, y la ultraderecha multiplicaba su representación parlamentaria.
De esas elecciones hay que anotar como
un “triunfo” de los otrora indignados, el crecimiento espectacular y
fortalecimiento institucional de la Ultraderecha de Vox, que pasó de tener 24
diputados en las elecciones de abril de 2019 a 52 en las de noviembre del mismo
año, que si no se hubieran repetidos las elecciones no habrían crecido por encima
de podemos que tenía 42 en abril y pasó a tener 35, lo recuerdo porque siempre
habrá alguien a quien se le haya olvidado.
La decisión de formar parte del Gobierno
del PSOE, supuso la anulación total de Podemos, por un lado porque pasaron de
ser una organización autónoma a ser rehenes de las decisiones tomadas por la
mayoría del Gobierno del PSOE, y por otro cómplices de sus políticas liberales
e incumplimientos postelectorales, por lo que cabe deducir que no sólo no fue
un error, significaba quitarse la
careta, porque el fin no era el programa.
De hecho, del programa electoral se
puede decir que los temas estrella han quedado pendientes, se iba a derogar la
contrarreforma laboral de Rajoy, pero se quedó en reformita, dejando intacto lo
más pernicioso de la Ley, que consagra contratos de trabajo precarios, salarios
de miseria y paro indefinido y sin cobertura legal para el 40% de los jóvenes,
entre otras “ventajas”, iban a derogar la Ley Mordaza que Rajoy impuso en 2015,
y hace solo unos meses, más de tres años después de legislatura, dieron
carpetazo al asunto y lo dejaron para mejores tiempos, iban a reformar la
Constitución, pero ni siquiera se han presentado propuestas de cambio.
Dicen que España es una democracia
plena, pero el Consejo General del Poder Judicial lleva cuatro años en funciones
porque PSOE y PP no se ponen de acuerdo en su renovación, pero Podemos sigue
formando parte del Gobierno sin rechistar. Desde hace más de un año, la guerra
en Ucrania ha sido el pretexto para empobrecer a la sociedad, pero Podemos se
ha limitado a decir que no está de acuerdo, ni una sola movilización, porque
ellos también son Gobierno, y con los sillones no se juega.
Los de Podemos vinieron a salvar al
PSOE, y de paso devolvernos al bipartidismo, y eso lo han conseguido, aunque
con una derecha y ultraderecha mucho más fuertes, otro favor que le debemos, a
cambio, a la mayoría de ellos les quedan dos telediarios para irse a casa.
Ahora, los que estamos indignados, somos
muchos de los que en otro momento confiamos en ellos.
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