jueves, 27 de enero de 2022

ALUMBRES DESDE MI MEMORIA

 

           A lo largo de mi vida he escrito muchas cosas sobre mi pueblo, Alumbres, y la verdad, me habría gustado que todas ellas fuesen bonitas como un mundo fantástico, pero eso habría sido distorsionar la realidad, pues la vida está llena de cosas y hechos memorables y también desagradables, por lo que nunca me pude sustraer a contar la verdad por dura y agria que fuese, y me siento muy orgulloso de haber sido sincero conmigo mismo y con los demás, y de haber escrito lo que escribí y lo que espero que la vida me deje escribir todavía.

Por eso, y a pesar de todos los inconvenientes que producen algunos de mis relatos históricos, narraciones y otros escritos, más o menos críticos, especialmente en esos personajes que de una u otra forma se dedican a la política y van de "demócratas de toda la vida", pero que no soportan a la gente de pensamiento libre que no se deja manipular y que jamás les dora la píldora, yo seguiré el dictado de mi conciencia libre de ataduras y cada cual que siga el que quiera.

Foto: Francisco Atanasio Hernández

            No obstante hice una excepción en mis escritos, concretamente en lo que se refiere a la poesía, cuyos trabajos en su mayoría, están inspirados en lugares recorridos en mi infancia y juventud, y también en acontecimientos de todos los tiempos, muchos de ellos ya los he publicado en mis libros y en revistas culturales y sociales.

            Aquí solo voy a poner algunos de los poemas que considero representativos y espero que sean del agrado de aquellos a los que les gusta la poesía.

Yo soy de aquellos que nunca olvidan sus raíces, nací en una familia humilde y en un pueblo abandonado de la mano de Dios, allí crecí como pude y forjé mi temperamento para bien o para mal, y no me arrepiento de nada de lo que hice en mi vida porque nunca busqué hacer mal a nadie, sino todo lo contrario, servir a mi pueblo y no aprovecharme ni de él, ni de nadie, como otros han hecho y algunos siguen haciendo.

                                       DE LAS RAÍCES

         Recuerdo de entonces

el aroma penetrante

del hinojo y el tomillo

sorbiendo mis sentidos

en avalanchas imparables

de ansiedades

y de hambres angustiosas

que traspasaban mi escuálido

cuerpo, como navajas afiladas,

entre las tinieblas

de mis ensoñaciones.

 

         Buscaba entonces

en el fondo del silencio

una palabra de sosiego

que nadara en la espesura

de la noche

en la densa oscuridad

del agitado mar de pesadillas

en que navegaba sin rumbo.

 

         Entonces buscaba

y rebuscaba sin descanso

entre las ingles redentoras

la memoria imperturbable,

las raíces del pasado,

una señal indeleble

un testigo mudo

una cómplice mirada

un suspiro enamorado

que alentara las pasiones.

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SEQUEDADES


Yo surgí de los sudores

de una tierra de secano

entre montes pedregosos

con sabor a manganeso.

 

Igual que las lagartijas

me confundí en los roquedales

y remendé las angustias

y camuflé la ansiedad.

 

A los palmitos e higueras

almendros y limoneros

leche y miel acidulada

les tomé por alimento.

 

Yo soy de un pueblito humilde

que por respeto a la mar

se abrazó al monte y la huerta

y a las minas de galena y de pirita.

 

El alumbre fue su origen

y el sacro rey lo bendijo

para gloria del imperio

allá por el mil quinientos.

 

Entre el mar y la llanura

entre el campo y la ciudad

entre la blenda y el trigo

crece el hambre y la abundancia.

 

Yo procedo de las minas

y los terrazgos resecos

yo procedo de la ausencia

del amor y la ternura.

 

Y hasta la mar van las aguas

que las tierras no precisan

y en la mar se depositan

los desamores y el odio. 


Imagen que forma portada de mi último libro “Alumbres, algunas historias pendientes” Foto: F. A. H. 

El molino y su entorno, es un lugar entrañable para los de mi generación, allí, en nuestros juegos infantiles, pusimos en escena los personajes de las películas de yanquis, de indios y mexicanos que frecuentemente nos ponían en el cine, y a él le dediqué el siguiente soneto. 

 

AL MOLINO DEL TIO PACO EL DEL GARABITO


                                      Si tus aspas fueran brazos temblorosos

que a mi cuerpo emocionado se abrazaran

y en la paz de mi semblante dibujaran

sentimientos que florezcan portentosos.

 

Y en las piedras centenarias pareciera

que del muro sobresale imperturbable

la pasión por tu memoria venerable

que la esencia de los tiempos guareciera.

 

La lona del velamen danzara al viento

porque los surcos venturosos de la ciencia

restablezcan tu esplendor en movimiento.

 

Y dejaras que seduzca a la conciencia

tú, molino, con tu noble encantamiento

tu dulzura, tu silencio, tu cadencia.

 
Parte del Zaraiche y el molino de Paco el del Garabito. Foto: Francisco Atanasio Hernández

Como muchos sabéis, desde que tengo uso de razón, he sido entusiasta practicante de dos deportes en especial, el fútbol y el atletismo, y en los últimos años he compaginado mi dedicación al equipo de Alumbres de Tercera División, (en la actualidad en Preferente) la SFC Minerva, y la práctica del running, que mientras mi cuerpo aguante seguiré practicando.

El siguiente poema está inspirado en los tiempos de mi infancia en los que empezaba a formar parte de los equipos de fútbol del pueblo, y toma como modelos a la diosa griega Artemisa, cuyo reino es la naturaleza virgen y salvaje y la diosa romana Minerva, diosa del conocimiento y la sabiduría, que da nombre a nuestro equipo de fútbol y al casino.

Artemisa

MINERVA EN EL SECANTE


Algunos días me sorprende el destino

vestido de corto

entre ramos de tomillo y azahar

correteando por El Secante

tras sus volátiles huellas

cuando Artemisa danzaba

entre felinos y arpías

por los campos de amapolas

del reinado de Minerva.

 

Entonces los veo allí, a todos ellos

sobre el terreno de juego

vestidos de azul y grana

como siempre,

corriendo tras el balón

con juvenil entusiasmo.

 

Deprisa, la rebelde Artemisa

se pone a la estela

y funda su escuela

de fútbol en Alumbres

y dota al Secante

de casta y grandeza.

 

Se apasiona el aire

se emociona el templo

y se enhebra jugada

pasando la bola

rodando en el suelo

pegada a la bota

uniéndola al cuerpo

la da de cabeza

la baja hasta el pecho

golpea de volea

y penetra en la meta

el tiro certero.

 

Minerva despierta

florece deprisa

con la nueva savia

que trae Artemisa

y un cielo estrellado

precede al Olimpo.

 

Minerva exultante

llamaba a su aurora

y hora tras hora

la bola rodaba

por el áspero suelo

y al lado del pueblo

el estadio vibraba

y enfrente del mundo

brillaba en la gloria.

Foto: Francisco Atanasio Hernández

            Con hojas de laurel, es un poemita que escribí para homenajear a todos los protagonistas del fútbol alumbreño con motivo del Centenario del Fútbol en Alumbres en 2009, y se dispuso en una placa de metacrilato que portó el monolito que hay en El Secante hasta que algunos desalmados lo desmantelaron hace varios años, concretamente en 2016, y así sigue, desmantelado, como si a nadie del pueblo le importara.

CON HOJAS DE LAUREL


Para nuestros jugadores,

directivos, técnicos, utilleros,

aficionados y entrenadores

del fútbol de Alumbres

de todos los tiempos.

 

Para que el tiempo ni nada

pueda borrar sus entrañables huellas

y para que el aire del Secante

nos envuelva con su generoso aliento.

 

Con hojas de laurel

coronamos su memoria

para que la memoria viva

y viva ese mágico momento.

Monolito dedicado a todos los protagonistas del fútbol alumbreños, erigido en 2009 y en la actualidad desmantelado desde 2016. Foto Francisco Atanasio Hernández.

            La diana en las fiestas de San Roque, es un momento emocionante para todos los que nacimos y nos hicimos adultos allí, y naturalmente tenía que hacer algo en su honor.


LA DIANA DE SAN ROQUE


Eran las siete menos un minuto de la mañana

de un caluroso dieciséis de agosto

y mirábamos ansiosamente la carátula del viejo reloj

adosado a la fachada del campanario de la iglesia

que aún movía cansinamente sus oxidadas manecillas

en el sentido acostumbrado,

no sin riesgo, de que nos aguara las fiestas

parándose definitivamente en cualquier momento.

 

Cerca, en la fachada de su derecha,

sobre la puerta principal del templo

estaba él, San Roque,

y acompañado de su inseparable perro

se apoyaba en su inquebrantable cayado

y solemne y majestuosa su escultórica figura

miraba fijamente desde su privilegiada hornacina

a la multitudinaria concentración de alumbreños,

de todas las edades, que nos agolpábamos en la plaza

como todos los años.

 

Daban las siete en el reloj

y el tiempo parecía que se paraba un instante

veinticinco grados marcaba el termómetro

más los que cada cual llevara en el cuerpo

y aún no había salido el sol

y un cohete y otro y decenas de cohetes tronaron

en el bullicioso amanecer tan esperado

y una trompeta sonó sensiblera y primorosa

de entre el grueso de la muchedumbre

y enseguida le siguió el ritmo el resto de la banda

y las campanas repicaron a rebato

reclamando la presencia de todos los vecinos sin excepción

devotos, paganos y escépticos

que aún seguían durmiendo

la resaca de las fiestas.

 

Era la hora de la tradicional diana

que mis paisanos de Alumbres

dedican cada año al patrón de la parroquia

y ese delirante minuto de expectante satisfacción

pudo tener la virtud de hacer olvidar

todo un año de alejamiento y nostalgia.



La Banda de Cornetas y Tambores de Alumbres. Foto: Cortesía de Pepe Martínez

El Canalote fue un lugar para los de mi generación y anteriores muy querido y muy frecuentado, aunque hoy, por desgracia, ni siquiera hay caminos para llegar a él.

 

              EL CANALOTE


                                        Aquellas tardes de sosiego incomparable,

de los días de La Candelaria,

 retozábamos plácidamente sobre las alfombras

de espartos y de aneas

de gramas y de tomillos

que abrazaban al arroyuelo del Canalote

y más que consumirse, se devoraban

como las sabrosas y escasísimas tortillas

que la abuela se esmeraba en preparar.

El Canalote 2009. Foto: Francisco Atanasio Hernández

            Muchas veces, el tiempo se disfraza de triste melancolía en nuestro cerebro, y surgen soliloquios, recordándote que por duro que fuese el pasado no puedes dejar de seguir soñando en un futuro prometedor. 

 

EN TUS ANSIAS, AMAPOLAS


         Sé que temes al futuro

como a un fantasma del pasado

que te araña las entrañas.

         Clamores y estridencias

te despiertan de improviso

de tu mundo de ficción.

         Pero sé que estás ahí

andando los caminos

en el cristal de la noche.

         Y tus pies desnudos

desandan ensueños

en la oscuridad.

 

         Y esperas

que la luna

refleje en tu mirada

su hechicera fantasía.

         Y esperas

que tus ansias

esculpan amapolas

por los rincones

del día a día.

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           LA ALCANCÍA DE SUEÑOS

                                                                Otoño bajaba del Norte
                                                                a lomos de un viento blanco
                                                                y una música de violines y saxofones
                                                                sonaba acongojada en un rincón 
                                                                de sus repletas alforjas.

                                                                Y súbitamente surgían
                                                                frenéticas tempestades de desolación.

                                                                Y las noches difícilmente podían dormitar
                                                                bajo el inclemente manto
                                                               de algodonosos copos de tristeza.

                                                               Y las auroras despertaban imprecisas
                                                               sumidas en las inmensas tinieblas
                                                               de la nada. 
                                                               
                                                               En ese otoño infernal
                                                               se rompía la alcancía de sueños
                                                               donde se guardan las ilusiones. 

                                                               Y los pájaros de la noche
                                                               volvían a alimentarse
                                                               en el manantial inagotable
                                                               de la oscuridad.
Amapolas. Foto: Francisco Atanasio Hernández

He participado en muchas actividades sociales y deportivas del pueblo, y una de ellas fueron los recitales poéticos, que se realizaron con motivo de la renuncia de Repsol al proyecto de los depósitos de gas, de ahí los poemas que elaboré en su memoria. En aquellos recitales también pagué el tributo a mi espíritu libre y su osadía, al recitar un poema pacifista que no le gustó a los amos de las marionetas, y sólo tuvieron que tirar del hilo para que éstas bailaran al son que les tocaban desde bambalinas.

El mencionado poema pacifista es el siguiente:


DE QUÉ PAZ NOS HABLAN


         De qué paz

nos hablan

esos payasos

que nos llaman

a filas

y a los bombazos.

 

         De qué paz

nos hablan

esos patriotas

que se pasan

las leyes

por las pelotas.

 

         De qué paz

nos hablan

esos embusteros

que roban

y matan

como cuatreros.

 

         De qué paz

nos hablan

esos belicistas

que bendicen

las bombas

de los fascistas.

 

De qué paz

nos hablan

esos cretinos

si la libertad

la ordenan

los asesinos.


       De qué paz 

nos hablan

esos “valientes”

que asesinan

a niños

y a inocentes.

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EL ESPÍRITU DEL ALUMBRE

         Aquella noche,

la luna se empapaba

en almibaradas

voces de ternura

que recitaban poemas

en las puertas del Olimpo.

         Y apasionantes

destellos de sonrisas

y emociones inefables

recorrían las entrañas

y el espíritu antológico

del alumbre.

 

         Aquella noche,

la fantasía discurría

en arrolladores torrentes

de ilusiones y ansiedades

ante los ojos entusiasmados

de la multitud.

         Y los duendes

de la poesía

concentraban sus esfuerzos

en soñar que sentían

y sentir que soñaban

en un sueño.

 

         Aquella noche,

la bóveda celeste

se cuajó de estrellas

que querían brillar

con luz propia

en aquel preciso momento.

         Y brillaron las estrellas

y lucieron los luceros

y la noche se rindió

al hechizo de la poesía

y al delirante resplandor

de los soñadores.

 

                                                          San Roque


                                               ALUMBRES ESTÁ QUE ARDE

Viernes trece

para doce poetas

con palabras de lujo,

imágenes de fantasía

inundaban el ambiente

de la fiesta literaria

a los pies

de la imagen de San Roque.

           

            Doce poetas

como doce apóstoles de la ilusión

desparramaban metáforas

a su alrededor

y la lírica salpicaba

de emoción a los vecinos

que alucinaban

bajo el mágico influjo

de la luna llena

que alumbraba el corazón

de los soñadores.

 

            Viernes trece

para doce apóstoles de la palabra

y en el fondo

se desborda la pasión

por la fiesta:

“Alumbres está que arde”.

Por último, el poema siguiente es un acróstico, cuyo título se lee con las iniciales de cada verso “Alumbres desde mi memoria” y la primera estrofa forma parte de la portada de mi libro de poesía “La alcancía de sueños

A veces, la luna vuelve a brillar

Lisonjera en mi memoria

Un escalofriante momento.

Mi guitarra suena entonces quejumbrosa

Bordando melancolía por mineras

Rimas con sabor a pirita y alumbre

Esquirlas de fuego y pasión desenfrenado

Siembran caricias en mis entrañas.

 

Duendes, dioses y pitonisas

Encienden sus mágicas hogueras

Sobre la seca hojarasca de mis ancestros

Desde donde la savia lechosa de las higueras

Emerge hasta las cenizas de mis sueños.

 

Montes de esparto y bizcocho

Ingles de sol y artemisa.

 

Mieles de cera y cristal

Entre nubes y azucenas

Miran la orilla del mar.

Orlas de cal y granito

Rifan sus lomas al viento

Inflaman la ocasión de azul

Aires de todos los tiempos.

 

Fuentes

Libros

-Francisco Atanasio Hernández. La alcancía de sueños.

-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres en el siglo XX.

-Francisco Atanasio Hernández. Lo que me quedó en el siglo XX.

-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres algunas historias pendientes.


Poemas

-Francisco Atanasio Hernández. Publicados en "La alcancía de sueños" y en otros de los libros de Alumbres, además varios de ellos han sido publicados también en revistas populares.


Fotos

-Francisco Atanasio Hernández.

-José Martínez Ros. Foto de la Agrupación Musical.

-Autor desconocido. Artemisa.