jueves, 16 de julio de 2020

CORREN TIEMPOS DE INJUSTICIA SOCIAL, INSOLIDARIDAD Y MISERIA MORAL


        Dicen los entendidos que tenemos a las generaciones más preparadas de la historia de la humanidad, y sin embargo a mí no me lo parece, puesto que lo poco que ha cambiado la sociedad en los últimos tiempos respecto a la forma de pensar y de actuar, ha sido para retroceder, y aunque es verdad que nadie es perfecto, creo que sobra mucho de hipocresía, egolatría e insolidaridad.
Dibujo: Francisco Atanasio Hernández
De hecho no puedo entender que con unas gentes tan bien preparadas intelectualmente hayan sido incapaces de articular un movimiento que impidiera el desmantelamiento de los grandes avances que otras generaciones arrancamos a diferentes regímenes y gobiernos.
En realidad sí hubo un intento de materializar un movimiento popular con capacidad de cambiar la sociedad, ese partió de Unidas Podemos, pero en tan solo cinco años, los continuos errores, vaivenes programáticos, y las permanentes luchas internas, grupales y personales, por ocupar puestos decisivos en la organización y en las listas electorales, ha llevado al movimiento más esperanzador de los últimos treinta y tantos años, a quedar como una organización puramente testimonial.
Los trabajadores, las clases populares, siempre tuvimos que esforzarnos y unirnos para conseguir normas y leyes laborales y sociales que nos protegieran contra la avaricia de los poderosos y pudiéramos disponer de sueldos que nos permitieran vivir dignamente, ahora no, ahora la mayoría se conforma con lo que les den, la solidaridad ha desaparecido y los sindicatos y los sindicalistas solo actúan de bomberos para evitar que haya movimientos que se salgan de control, a cambio tienen garantizada una vida cómoda y bien remunerada a cargo de las arcas del Estado, y muchos privilegios y prebendas de la patronal para los profesionales del sindicalismo. Ese proceder tiene un nombre distinto al de sindicato obrero.
Por otro lado, la sociedad disfruta o padece los políticos que la mayoría legítimamente elige para su representación en los diferentes órganos de gobierno de la Nación, por lo que vivimos tiempos difíciles para explicarlo desde un punto de vista moral, y es que es muy complicado entender que la mayoría reclame justicia y libertad, y a la vez elija una y otra vez a las mismas formaciones políticas corruptas.
La sociedad en general se escandaliza por la corrupción institucionalmente generalizada, eso sí, solo de boquilla, para que lo escuchen los demás, pero en la práctica rinden apasionado culto a la corrupción, independientemente de sus creencias políticas y religiosas y siempre votan a las mismas caducas ideas y a los mismos podridos personajes.
Me atrevería a afirmar que la sociedad camina en círculo, por lo que periódicamente vuelve al lugar de origen, y en la actualidad, estamos a unos centímetros de volver a tiempos pasados, donde la ley imperante era la del más fuerte, no habían obreros, sólo esclavos, y la mayoría se tenía que contentar con estar vivo.
La mayoría de los políticos actuales suelen adornarse con idearios progresistas que no están dispuestos a cumplir jamás, o portando un carné de partido progre que contrasta con su comportamiento antidemocrático. Los hay que no aceptan las críticas, o que rechazan y no se tratan con familiares y amigos que piensan y votan diferente, pero sobre todo oportunistas y corruptos que llegan a la política no para servir al pueblo, sino para aprovecharse de él y enriquecerse a la primera oportunidad. De esa condición abundan en todos los partidos, especialmente en políticos de aquellas generaciones que crecieron al calor del putrefacto felipismo.
Un ejemplo de que muchos políticos están ahí para hacer fortuna y la gente y la ética les importa poco, es el actual equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cartagena, que hay que considerar tránsfugas, pues son políticos que llegaron a él en las listas del PSOE, pero formaron coalición con el PP y Cs, incumpliendo las normas del partido, por lo que se les pidió que dimitieran y al negarse fueron expulsados de la organización, pero ahí siguen, respaldados por Juntas Vecinales y AA.VV de su cuerda como las de Alumbres.
Expulsados del PSOE. Europa Press: 21-8-2019
En esta sociedad hay para todos los gustos, y lo mismo que hay quienes prefieren estar solos a mal acompañados, también los hay que repudian a familiares honrados, incluidos padres, para abrazarse a un político corrupto.
Luego están las sectas y las mafias, o la actitud mafiosa y sectaria que habitualmente practican en la actualidad más ciudadanos y grupos humanos de los que creemos y deseamos.
A veces vemos gentes que se califican de honrados y modélicos porque van a misa cada domingo, o porque se declaran abiertamente devotos del santo de su parroquia y forman parte de la cofradía que le rinde honores,  o porque van a votar en todos los procesos electorales, como si ir a votar fuese el más importante ejercicio que tiene que realizar un buen ciudadano, sin embargo, el comportamiento individual y del grupo suele estar muy alejado de los parámetros de honradez y ciudadano ejemplar que  predican, porque no sólo respaldan y encubren a ciertos políticos corruptos en pago a otros favores, sino que además, si alguien se atreve a criticar al capo, actúan todos como una secta en defensa encarnizada contra el que se ha atrevido a cuestionar al jefe, al mandamás o al padrino, como se quiera denominar, incluso pueden llegar a destruir, aunque solo sea simbólicamente, a quien hayan convertido en diana.
Las sectas son agrupaciones de personas que confluyen en una serie de ideas que llaman principios, pero el término principio es muy amplio y la mayoría de la gente que forma parte de ciertas sectas, ni siquiera es consciente de donde están, porque en realidad son simples marionetas al servicio, no de una idea justa como ellos creen, sino de intereses personales inconfesables de quienes les manipulan.
Paralelamente y de efectos muy parecidos están las mafias, políticas, sindicales, mediáticas, financieras, etc., que son organizaciones de diferentes categorías, locales, nacionales y supranacionales, estos carecen de principios y de escrúpulos, por lo que utilizan diversas herramientas para mantener bajo control a la clientela, y para lo que no tienen ningún límite en sus actuaciones con el fin de conseguir sus objetivos.
El ejemplo más práctico lo hemos sufrido durante el confinamiento, algunos medios que se califican de informativos, junto con los partidos de la extrema derecha se han dedicado a difundir noticias falsas constantemente, y no han dudado en realizar montajes y vídeos manipulados boicoteando y acusando al Gobierno de la Nación y a algunos políticos en particular de ladrones y asesinos responsabilizándolos de los miles de muertos que ha ocasionado la pandemia, a la vez que reclamaban un golpe de Estado, y entonces ni jueces, ni fiscales, denunciaron a quienes amenazaban el Estado de Derecho, y muy pocos profesionales de la información se atrevieron a escribir con libertad,  condenando, desmintiendo o denunciando toda esa bazofia vomitada por gente enemiga de la democracia, todo lo contrario, el silencio delató su complicidad.
En definitiva, la mayoría de la sociedad actúa en la línea de lo que alguien más inteligente y dañino le señala, y como si le hubieran puesto un chip, es prácticamente imposible hacerle razonar y cambiar de idea, porque siempre encuentra la forma de volver a justificar la defensa de aquel al que ha estado respaldando hasta ese momento.
Somos lo que somos por muchas caretas que nos pongamos, y a pesar de los adornos que cada cual le pone a su perfil, y con estos mimbres, es difícil entender la moralidad de la sociedad actual, por lo que lo más justo es calificarla de sociedad podrida y decadente.


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