lunes, 6 de febrero de 2017

ALGUNOS APUNTES DE LOS PARTIDARIOS

        Los Partidarios es un antiguo caserío construido en tiempos del auge de la minería que pertenece a la diputación de Alumbres. Está situado en la falda del Cabezo Rajao, a unos 200 m. de La Hoya, formando dos hileras de casas orientadas de Este a Oeste, a ambos lados de la carretera que comunica Cartagena y La Unión.
Durante el reinado de Fernando VII, en 1825, se promulgó la ley de minas que liberalizó el sector, por la que se pudo iniciar prospecciones mineras sin necesidad de obtener licencia real, tanto personas con capital como simples trabajadores, vieron su oportunidad en las explotaciones mineras.
 La tierra de promisión, fue receptora de ingente cantidad de población necesitada de cambiar su suerte que se desplazó a las cercanías de la sierra minera, y fueron creando asentamientos como el Garbanzal, Herrerías (La Unión), Portmán, El Algar, El Llano del Beal, El Estrecho de San Ginés y Los Partidarios.
Inversores españoles y extranjeros pusieron en explotación minas a las que arribaron trabajadores de diversa procedencia, del resto de la Región de Murcia, y sobre todo de Andalucía, especialmente de Almería, obreros desocupados, y de otros sectores de la producción, como la agricultura, atraídos por la propaganda idílica que se hacía desde algunos medios, sobre el trabajo en la mina y el fácil enriquecimiento.
 
Los Partidarios. Fotos: Francisco Atanasio Hernández
En lo que se refiere a los empresarios, los medios no mentían, muchos personajes de la época amasaron grandes fortunas, puesto que los salarios que pagaban a los obreros los mantenía en la miseria, y como además apenas invertían en tecnología, las riquezas que obtenían de la explotación de sus negocios quedaba más o menos íntegro en su poder. Personajes como Miguel Zapata Sáez (el Tío Lobo), Pío Wandosell, el general Blas Requena, José Maestre, así como las familias Dorda, Aguirre y otros, se enriquecieron con los negocios de la minería, propiedad de las minas, transportes, lavaderos, fundiciones y comercialización del producto. La mayoría de ellos construyeron mansiones en Cartagena, La Unión y Portmán, que recuerdan el poderío económico y político que disfrutaron en esa época, marcando diferencias abismales con los obreros, que apenas podían subsistir con los míseros salarios que cobraban por sus largas y penosas jornadas de trabajo en el subsuelo.

El nombre del lugar, “Los Partidarios”, hace alusión a la forma especial en que algunos contrataban o arrendaban un laboreo especial en la zona minera de Cartagena-La Unión. Sin duda en este lugar debieron de asentarse más de uno de esos personajes, posiblemente de la misma familia.

Juan Bautista Vilar, Pedro María Egea Bruno y Diego Victoria Moreno, en su obra El Movimiento obrero en el distrito minero Cartagena-La Unión dicen al respecto: “El negocio minero se reveló como una interesante alternativa laboral para numerosos jornaleros y labradores desprovistos de trabajo, sobre todo en años de dificultades agrícolas. Los más inteligentes y emprendedores, o aquéllos que disponiendo de un pequeño peculio estaban dispuestos a arriesgarlo, tomaban en arriendo un minado. Si el negocio marchaba bien podían hacerse de la propiedad. La desproletarización de estos individuos tenía lugar por tanto en dos etapas. Al convertirse en partidarios y acceder a la posesión plena. Este pequeño propietario actuará en ocasiones con mayor dureza que el capitalista nato”.
En otro apartado, añaden lo que el ingeniero jefe del distrito minero expresa para justificar los numerosos accidentes sucedidos en las minas: “De otro lado no sería ajeno a esta situación los múltiples partidos, establecidos en una misma mina, cada uno de los cuales trabajan a su aire… Con el sistema que han tomado en la sierra de Cartagena de explotar las minas dividiéndolas y arrendando cada una de las partes a persona diferente, pueden repetirse los accidentes con frecuencia”.
Los Partidarios desde el Cabezo Rajao con Alumbres al fondo. Foto: Francisco Atanasio Hernández
Los partidarios por tanto, eran pequeños empresarios que contrataban el laboreo de una mina, o parte de ella y si la explotación les daba el rendimiento apetecible, bien pronto harían ostentación de la prosperidad y la riqueza que les proporcionaba.

Asensio Sáez García, destaca sobre todo el carácter fanfarrón y pendenciero del “partidario”.
“Camorrista a veces, rumboso a manos llenas, si la mina daba para más, la figura del “partidario” va unida siempre al anecdotario más delirante, valga el ejemplo: una noche la mampara del conocido café cantante da paso al “partidario”, con su chaleco cruzado por la áurea cadena de reloj y el alfiler de pedrería clavado en la corbata. Dos tiros al aire, el consiguiente sobresalto de la clientela y, una vez serena el ánima, la pródiga determinación: “No pasa nada, amigos; simplemente haceros saber que las consumiciones de esta noche corren todas a mi cargo”.
Los Partidarios con el Cabezo Rajao al fondo. Foto: Francisco Atanasio Hernández
Sin embargo, es el poeta unionense Pedro García Valdés, en su poema “El partidario Jacinto” quien retrata con suma nitidez el verdadero semblante y la interioridad del personaje, como un aventurero sin escrúpulos que llega a la sierra en busca de fortuna a costa de lo que sea, y cuando la encuentra cambia por completo su forma de vida:

EL “PARTIDARIO” JACINTO
El “partidario” Jacinto
camina muy de mañana.
Lleva su pelliza azul,
su sombrero de ala ancha,
su pistolón en el cinto,
su jaca torda y su faca.
Va presumiendo de espuelas
que brillan como la plata.
El “partidario” Jacinto
camina por tierras altas,
por la sierra dura y fría
desnuda a la luz del alba.
Cortando el aire campestre
el filo cruel de las lajas;
            sobre el suelo macerado
            el bálsamo de la escarcha.
Ni un árbol en el entorno,
ni una brizna de retama;
todo desolado y yermo,
reseco como su alma.
El “partidario” Jacinto
no quiere a nadie ni a nada:
sólo quiere hacer fortuna
por artes buenas o malas,
que no gozó de la vida
ni fue rico por su casa.
Trabaja de sol a sol,
trabaja siempre, trabaja;
no da descanso a la mano
ni se permite una pausa.
Si el filón no viene a él
él va a su encuentro ¡y lo halla!

Ahora es el señor Jacinto
que bulle, dispone y manda;
que fuma buenos vegueros
y bebe vinos de marca,
y come ricos manjares
y duerme en mullida cama.
Ahora el señor Jacinto
no luce su buena jaca,
sino un tronco de caballos
que lo lleve y que lo traiga;
ahora va solo en galera
con muelles y suaves llantas.
Ya no lleva la pelliza,
sino su pañosa parda.
Ahora luce un solitario
que centellea como un ascua,
chaleco de fantasía
y su camisa bordada.
Ahora se viste de gris
o de azul, según le cuadra,
porque ahora es un señor:
¡el señor Jacinto, vaya!.
Que ya dejó el pistolón
y la faca, viles armas;
pero hiere si hay que herir,
¡y si hay que matar, mata!

Los mineros solían bautizar a sus minas con nombres variados, pero sobre todo sugerentes, a las que le ponían el de su amante, esposa, madre o hijos/as, Carmen, Rosario, Antoñito. Muchas veces también les adjudicaban el nombre de su santa devoción, Santa Ana, San Manuel, San Joaquín. Otras lo que esperaban de ellas, Esperanza, El Acierto, Es Posible, Lo Veremos, etc.
En sus cercanías aún se pueden apreciar los restos de algunas de las minas, por el Norte, la mina Proserpina y Valeria en la falda del Cabezo Rajao, igual que la de D. Carlos por el Oeste, aunque ésta, está entre Los Partidarios y Borricén. Por el Sur, en una pequeña elevación del terreno, destaca la mina conocida como Esparteña, entre el poblado y el Huerto de San Pedro. 

Inauguración del alumbrado público en los Partidarios. 15/8/1968
No sé porqué, pero desde luego no parece casual que las Fiestas de San Roque de uno u otro año se aprovecharan para inaugurar mejoras en el pueblo, el caso es que este año le tocó al alumbrado en el barrio alumbreño de Los Partidarios, y a la remodelación de la Plaza de la Iglesia, curiosamente como en el 49 le tocó al agua del Taibilla.
Banda de Cornetas y Tambores de Alumbres años 80. Foto: cortesía de José Martínez Ros 
Al acto asistió, como no podía ser de otra manera, el alcalde de Cartagena Ginés Huertas Celdrán, acompañado del teniente de alcalde Eduardo Cañabate Navarro, y el delegado de Barrios y Diputaciones José María Carrión Inglés, cuyas autoridades municipales fueron recibidas por el alcalde de Alumbres Antonio Pérez.
Según me contó Encarna Yepes González, por esas fechas era una niña, y fue protagonista involuntaria, porque en el momento del encendido del alumbrado, el Sr. Huertas, cogiéndola en brazos la elevó para que fuese ella quien activara el mecanismo.

Más tarde, en presencia de la Reina de las Fiestas y sus Damas de honor se procedió a inaugurar la remodelación de la Plaza de la Iglesia, cortando la cinta que cerraba el acceso a ésta, La Sociedad Eureka realizó una suelta de palomas.
A continuación se celebró una misa oficiada por el párroco Francisco Clemente, siendo cantada por el coro juvenil.
Después en el cine Isabelita se celebró un baile en honor de la Reina de las Fiestas y sus Damas de Honor. 

En las fiestas de San Roque de 1981, se programó por primera vez (no me consta que se hiciera antes de esa fecha), que la Diana de Alumbres pasara también por Borricén y Los Partidarios.
            En el programa de las fiestas de ese año, se puede leer “Gran Diana Floreada con la Banda de Cornetas y Tambores de Alumbres. Comienza su recorrido por Borricén y Los Partidarios”.  Luego se repitió la experiencia en alguna que otra ocasión, como la de 1985 en que también se programó el recorrido por El Portazgo.
Majorettes de Alumbres años 80. Foto: cortesía de José Martínez Ros
            Aquel año de 1981, se programaron 7 días de fiesta, los cuales comenzaron el lunes día 10, con un pasacalles de la Banda de Cornetas y Tambores y Majorettes de Alumbres, y terminaron el domingo 16 hacia las 2 de la mañana tras el tradicional Castillo de Fuegos Artificiales y el añadido de una Retreta Floreada a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores de Alumbres. 

            Mi agradecimiento a Rogelio Mouzo Pagán, Victoriano Díaz y Francisco José Ródenas Rozas, por el interés mostrado en proporcionarme el poema de Pedro García Valdés “El partidario Jacinto”. También a Encarna Yepes por su colaboración.

Fuentes consultadas y/o utilizadas

Libros
-Asensio Sáez García. Aproximación a su etnología.
-Juan Bautista Vilar, Pedro Egea Bruno y Diego Victoria Moreno. El Movimiento obrero en el distrito minero de Cartagena-La Unión (1840-1930)
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres en el siglo XX.
-Francisco Atanasio Hernández. Retazos de la historia de Alumbres.
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres algunas historias pendientes.
-Pedro García Valdés. Canto Minero.

Documentos
-Carlos Lanzarote. Plano minero de Cartagena-La Unión 1907

Prensa
-Archivo Municipal de Cartagena. El Noticiero.
-Archivo Municipal de Murcia. El Liberal.

Fotos
-Francisco Atanasio Hernández.
-José Martínez Ros.

Testimonios
-Encarnación Yepes González.

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