Los
Partidarios es un antiguo caserío construido en tiempos del auge de la minería
que pertenece a la diputación de Alumbres. Está situado en la falda del Cabezo
Rajao, a unos 200 m. de La Hoya, formando dos hileras de casas orientadas de
Este a Oeste, a ambos lados de la carretera que comunica Cartagena y La Unión.
Durante el reinado de Fernando VII, en
1825, se promulgó la ley de minas que liberalizó el sector, por la que se pudo
iniciar prospecciones mineras sin necesidad de obtener licencia real, tanto
personas con capital como simples trabajadores, vieron su oportunidad en las
explotaciones mineras.
La tierra de promisión, fue receptora de
ingente cantidad de población necesitada de cambiar su suerte que se desplazó a
las cercanías de la sierra minera, y fueron creando asentamientos como el
Garbanzal, Herrerías (La Unión), Portmán, El Algar, El Llano del Beal, El
Estrecho de San Ginés y Los Partidarios.
Inversores españoles y
extranjeros pusieron en explotación minas a las que arribaron trabajadores de
diversa procedencia, del resto de la Región de Murcia, y sobre todo de
Andalucía, especialmente de Almería, obreros desocupados, y de otros sectores
de la producción, como la agricultura, atraídos por la propaganda idílica que
se hacía desde algunos medios, sobre el trabajo en la mina y el fácil
enriquecimiento.
Los Partidarios. Fotos: Francisco Atanasio Hernández
En lo que se refiere a los
empresarios, los medios no mentían, muchos personajes de la época amasaron
grandes fortunas, puesto que los salarios que pagaban a los obreros los
mantenía en la miseria, y como además apenas invertían en tecnología, las
riquezas que obtenían de la explotación de sus negocios quedaba más o menos
íntegro en su poder. Personajes como Miguel Zapata Sáez (el Tío Lobo), Pío
Wandosell, el general Blas Requena, José Maestre, así como las familias Dorda,
Aguirre y otros, se enriquecieron con los negocios de la minería, propiedad de
las minas, transportes, lavaderos, fundiciones y comercialización del producto.
La mayoría de ellos construyeron mansiones en Cartagena, La Unión y Portmán,
que recuerdan el poderío económico y político que disfrutaron en esa época,
marcando diferencias abismales con los obreros, que apenas podían subsistir con
los míseros salarios que cobraban por sus largas y penosas jornadas de trabajo
en el subsuelo.
El nombre del lugar, “Los Partidarios”,
hace alusión a la forma especial en que algunos contrataban o arrendaban un
laboreo especial en la zona minera de Cartagena-La Unión. Sin duda en este
lugar debieron de asentarse más de uno de esos personajes, posiblemente de la
misma familia.
Juan Bautista Vilar, Pedro María Egea
Bruno y Diego Victoria Moreno, en su obra El
Movimiento obrero en el distrito minero Cartagena-La Unión dicen al
respecto: “El negocio minero se reveló
como una interesante alternativa laboral para numerosos jornaleros y labradores
desprovistos de trabajo, sobre todo en años de dificultades agrícolas. Los más
inteligentes y emprendedores, o aquéllos que disponiendo de un pequeño peculio
estaban dispuestos a arriesgarlo, tomaban en arriendo un minado. Si el negocio
marchaba bien podían hacerse de la propiedad. La desproletarización de estos
individuos tenía lugar por tanto en dos etapas. Al convertirse en partidarios y acceder a la posesión
plena. Este pequeño propietario actuará en ocasiones con mayor dureza que el
capitalista nato”.
En otro apartado, añaden
lo que el ingeniero jefe del distrito minero expresa para justificar los numerosos
accidentes sucedidos en las minas: “De otro lado no
sería ajeno a esta situación los múltiples partidos,
establecidos en una misma mina, cada uno de los cuales trabajan a su aire… Con
el sistema que han tomado en la sierra de Cartagena de explotar las minas
dividiéndolas y arrendando cada una de las partes a persona diferente, pueden
repetirse los accidentes con frecuencia”.
Los
Partidarios desde el Cabezo Rajao con Alumbres al fondo. Foto: Francisco
Atanasio Hernández
Los partidarios por tanto, eran pequeños
empresarios que contrataban el laboreo de una mina, o parte de ella y si la
explotación les daba el rendimiento apetecible, bien pronto harían ostentación
de la prosperidad y la riqueza que les proporcionaba.
Asensio Sáez García, destaca sobre todo el
carácter fanfarrón y pendenciero del “partidario”.
“Camorrista
a veces, rumboso a manos llenas, si la mina daba para más, la figura del
“partidario” va unida siempre al anecdotario más delirante, valga el ejemplo:
una noche la mampara del conocido café cantante da paso al “partidario”, con su
chaleco cruzado por la áurea cadena de reloj y el alfiler de pedrería clavado
en la corbata. Dos tiros al aire, el consiguiente sobresalto de la clientela y,
una vez serena el ánima, la pródiga determinación: “No pasa nada, amigos;
simplemente haceros saber que las consumiciones de esta noche corren todas a mi
cargo”.
Los Partidarios
con el Cabezo Rajao al fondo. Foto: Francisco Atanasio Hernández
Sin embargo, es el poeta unionense Pedro
García Valdés, en su poema “El partidario Jacinto” quien retrata con suma
nitidez el verdadero semblante y la interioridad del personaje, como un
aventurero sin escrúpulos que llega a la sierra en busca de fortuna a costa de
lo que sea, y cuando la encuentra cambia por completo su forma de vida:
EL “PARTIDARIO” JACINTO
El “partidario” Jacinto
camina muy de mañana.
Lleva su pelliza azul,
su sombrero de ala ancha,
su pistolón en el cinto,
su jaca torda y su faca.
Va presumiendo de espuelas
que brillan como la plata.
El “partidario” Jacinto
camina por tierras altas,
por la sierra dura y fría
desnuda a la luz del alba.
Cortando el aire campestre
el filo cruel de las lajas;
sobre el suelo macerado
el bálsamo de la escarcha.
Ni un árbol en el entorno,
ni una brizna de retama;
todo desolado y yermo,
reseco como su alma.
El “partidario” Jacinto
no quiere a nadie ni a nada:
sólo quiere hacer fortuna
por artes buenas o malas,
que no gozó de la vida
ni fue rico por su casa.
Trabaja de sol a sol,
trabaja siempre, trabaja;
no da descanso a la mano
ni se permite una pausa.
Si el filón no viene a él
él va a su encuentro ¡y lo halla!
Ahora es el señor Jacinto
que bulle, dispone y manda;
que fuma buenos vegueros
y bebe vinos de marca,
y come ricos manjares
y duerme en mullida cama.
Ahora el señor Jacinto
no luce su buena jaca,
sino un tronco de caballos
que lo lleve y que lo traiga;
ahora va solo en galera
con muelles y suaves llantas.
Ya no lleva la pelliza,
sino su pañosa parda.
Ahora luce un solitario
que centellea como un ascua,
chaleco de fantasía
y su camisa bordada.
Ahora se viste de gris
o de azul, según le cuadra,
porque ahora es un señor:
¡el señor Jacinto, vaya!.
Que ya dejó el pistolón
y la faca, viles armas;
pero hiere si hay que herir,
¡y si hay que matar, mata!
Los mineros solían bautizar a sus minas
con nombres variados, pero sobre todo sugerentes, a las que le ponían el de su
amante, esposa, madre o hijos/as, Carmen, Rosario, Antoñito. Muchas veces
también les adjudicaban el nombre de su santa devoción, Santa Ana, San Manuel,
San Joaquín. Otras lo que esperaban de ellas, Esperanza, El Acierto, Es
Posible, Lo Veremos, etc.
En sus cercanías aún se pueden apreciar
los restos de algunas de las minas, por el Norte, la mina Proserpina y Valeria
en la falda del Cabezo Rajao, igual que la de D. Carlos por el Oeste, aunque ésta,
está entre Los Partidarios y Borricén. Por el Sur, en una pequeña elevación del
terreno, destaca la mina conocida como Esparteña, entre el poblado y el Huerto
de San Pedro.
Inauguración del alumbrado público en los
Partidarios. 15/8/1968
No sé porqué, pero desde luego no parece casual que las Fiestas de San
Roque de uno u otro año se aprovecharan para inaugurar mejoras en el pueblo, el
caso es que este año le tocó al alumbrado en el barrio alumbreño de Los
Partidarios, y a la remodelación de la Plaza de la Iglesia, curiosamente como
en el 49 le tocó al agua del Taibilla.
Banda de Cornetas y Tambores de Alumbres años 80.
Foto: cortesía de José Martínez Ros
Al acto asistió, como no podía ser de otra manera, el alcalde de
Cartagena Ginés Huertas Celdrán, acompañado del teniente de alcalde Eduardo
Cañabate Navarro, y el delegado de Barrios y Diputaciones José María Carrión
Inglés, cuyas autoridades municipales fueron recibidas por el alcalde de
Alumbres Antonio Pérez.
Según me contó Encarna Yepes González, por esas fechas era una niña, y fue protagonista involuntaria, porque en el momento del encendido del alumbrado, el Sr. Huertas, cogiéndola en brazos la elevó para que fuese ella quien activara el mecanismo.
Más tarde, en presencia de la Reina de las Fiestas y sus Damas de
honor se procedió a inaugurar la remodelación de la Plaza de la Iglesia,
cortando la cinta que cerraba el acceso a ésta, La Sociedad Eureka realizó una
suelta de palomas.
A continuación se celebró una misa oficiada por el párroco Francisco
Clemente, siendo cantada por el coro juvenil.
Después en el cine Isabelita se celebró un baile en honor de la Reina
de las Fiestas y sus Damas de Honor.
En las fiestas de San Roque de 1981, se
programó por primera vez (no me consta que se hiciera antes de esa fecha), que
la Diana de Alumbres pasara también por Borricén y Los Partidarios.
En el programa de las fiestas de ese
año, se puede leer “Gran Diana Floreada con la Banda de Cornetas y Tambores de
Alumbres. Comienza su recorrido por Borricén y Los Partidarios”. Luego se repitió la experiencia en alguna que
otra ocasión, como la de 1985 en que también se programó el recorrido por El
Portazgo.
Majorettes de Alumbres años 80. Foto: cortesía de
José Martínez Ros
Aquel año de 1981, se programaron 7
días de fiesta, los cuales comenzaron el lunes día 10, con un pasacalles de la
Banda de Cornetas y Tambores y Majorettes de Alumbres, y terminaron el domingo
16 hacia las 2 de la mañana tras el tradicional Castillo de Fuegos Artificiales
y el añadido de una Retreta Floreada a cargo de la Banda de Cornetas y Tambores
de Alumbres.
Mi agradecimiento a Rogelio Mouzo Pagán, Victoriano Díaz
y Francisco José Ródenas Rozas, por el interés mostrado en proporcionarme el
poema de Pedro García Valdés “El partidario Jacinto”. También a Encarna Yepes por su colaboración.
Fuentes consultadas y/o utilizadas
Libros
-Asensio Sáez García. Aproximación a su etnología.
-Juan Bautista Vilar, Pedro Egea Bruno y Diego Victoria Moreno. El Movimiento obrero en el distrito minero de Cartagena-La Unión (1840-1930)
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres en el siglo XX.
-Francisco Atanasio Hernández. Retazos de la historia de Alumbres.
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres algunas historias pendientes.
-Pedro García Valdés. Canto Minero.
Documentos
-Carlos Lanzarote. Plano minero de Cartagena-La Unión 1907
Prensa
-Archivo Municipal de Cartagena. El Noticiero.
-Archivo Municipal de Murcia. El Liberal.
Fotos
-Francisco Atanasio Hernández.
-José Martínez Ros.
Testimonios
-Encarnación Yepes González.
No hay comentarios:
Publicar un comentario