Con
este trabajo, solo pretendo presentar un resumen del origen del poblamiento de
Alumbres y la sierra minera, y el fin de esta antigua actividad con el desastre
ecológico como telón de fondo, pues existen extensos trabajos realizados por
especialistas que pueden aportar más claridad para aquellos que deseen
profundizar sobre el tema.
La explotación de los recursos mineros de la sierra de
Cartagena-La Unión es muy antigua, confirmado por los numerosos pecios
encontrados en nuestras aguas, entre los que se puede destacar el de un barco
de origen fenicio del siglo VII a. C. hundido en la Isla Grosa, que
transportaba plomo, estaño y manufacturas púnicas. Además disponemos también de
un testimonio arqueológico singular, y es el yacimiento del poblado ibérico del
siglo V a.C. en Los Nietos, donde se encontraron piezas metálicas junto con
cerámicas ibéricas y áticas, que por la ubicación costera del poblado y su
cercanía a la sierra minera de La Unión le confiere un carácter comercial,
donde se intercambiaban productos derivados de la minería por mercancías
procedentes de Grecia, Sur de Italia y el Mediterráneo Oriental.
El Cabezo Rajao. Foto: Francisco Atanasio Hernández
El dominio cartaginés de la comarca
supuso también una primera fase en la explotación de las minas de plomo y plata
de Cartagena-La Unión, que al parecer sacaban del Cabezo Rajao.
Los romanos explotaron las minas en
galerías y a cielo abierto, por lo que se cree que es de esta época la
explotación de un filón de galena argentífera en el Cabezo Rajao. A finales del
siglo II se abandonaron las minas al considerarlas agotadas.
En otro tiempo, a este entrañable
lugar para los pobladores de la zona, se le llamaba el Cabezo de la Raja o de
la Granada, y además de plata proporcionó también otros minerales entre los que
cabe destacar el plomo, zinc y alunita.
La alunita, es el mineral por el
que, después de un proceso de transformación se fabrica el alumbre, y cuyas
propiedades eran ya conocidas en la antigüedad. En el siglo IV a.C. el filósofo
griego Teofrasto mencionaba ya el alumbre, y los romanos conocían sus
propiedades cicatrizantes, antibacterianas y desodorantes.
El Cabezo
Rajao cuna del poblamiento de Alumbres
El Cabezo Rajao es ante todo un emblema del pueblo de
Alumbres, pues aunque hubo otras minas de alumbre en las cercanías y en el
resto de la comarca, todo indica que es aquí donde se encontraba el mineral más
puro y en cantidad rentable.
Cuando en 1445 las minas de alumbre
de Bizancio caen en manos de los turcos, se produce un encarecimiento del
producto en el mercado, y tanto en España como en el resto de Europa se buscan
yacimientos que puedan sustituirlos.
Es hacia 1520 cuando se descubre un yacimiento de
alumbre en el Cabezo Roche, en las cercanías de Alumbres, cuya explotación fue
concedida a D. Francisco de los Cobos por el Rey Carlos I, y por medio de
varias provisiones reales, fechadas finalmente el 8 de enero de 1535, se le
eximía de la obligación del pago de las Alcabalas, Almojarifazgos y otros
derechos. Además se le autorizó a cortar la madera que hiciera falta y acarrear
y acercar el agua necesaria para la fabricación del alumbre.
El monarca le concedió también la
construcción de un poblado formado principalmente por cristianos viejos, a
cuyos pobladores les otorgaría el derecho a sembrar, pacer y cortar en los
términos del poblado como vecinos del Obispado de Cartagena, e igualmente les
eximiría del pago de Alcabalas de todo lo que se vendiera en el poblado para el
mantenimiento, vestido y calzado de la gente, además de todas las
preeminencias, franquezas y libertades que disfrutaban los vecinos de la ciudad
de Cartagena, y también le autorizó a construir todo lo que fuera preciso para
la fabricación del alumbre.
Mina La Manolita- La Parreta. Foto: Francisco Atanasio Hernández
Poco a poco se comenzaron a
construir viviendas para los obreros y sus familiares y para el personal
encargado de la explotación minera, así como lo necesario para la fábrica del
alumbre. Con el incremento de la industria, Los Alumbres Nuevos que era como se
le llamaba entonces para distinguirlo de Los Alumbres Viejos de Mazarrón, fue
desarrollando y diversificando su actividad con otras de carácter ganadero y
agrícola en la que el trabajo del esparto ocupaba ya un espacio laboral.
La actividad minera se reduce de forma notable a
partir de 1575, y hacia 1591 se deja de
producir el alumbre por el cierre de las minas. El memorial de Martín Cifuentes
de 1599 es muy clarificador al respecto, ”…ahora, como las dichas fábricas han
parado totalmente más de 8 años, ha venido el dicho pueblo en tanta disminución
y menoscabo que ni las torres son de provecho ni hay vecinos en él, sino
dieciocho o veinte que solo viven de buscar plomo y coger esparto, sin tener
como no tienen otras haciendas ni labores.”
Posteriormente, hacia la segunda década del siglo
XVII, se explotaría la almagra, que era un residuo resultante de la fabricación
del alumbre, y que se utilizaba para la pintura artística, para la fabricación
de cerámica y también para la fabricación del tabaco.
A finales del siglo XVII se empiezan a explotar las
minas de plomo de La Parreta, y posteriormente, en el nuevo auge que tomó la
minería en la zona, a partir de mediados del siglo XIX contó con varias minas
dentro del Complejo Minero de La Parreta. La Manolita, La Lolita, S. Simón, S.
Camilo, S. Eloy, La Despreciada, S. Roque, S. Antonio…y dispuso de Lavadero (S.
Ignacio), y fundición.
Logo de la empresa en la fachada de las oficinas. Foto: Francisco Atanasio Hernández
De las más cercanas al pueblo se podría mencionar también
la denominada Celestino, porque aún se pueden ver sus huellas a la entrada del pueblo
por El Portazgo, aunque desde hace unos años, sus terreras, se están poblando
de plantas autóctonas sobre todo.
En 1825, durante el reinado de Fernando VII, se
promulgó la ley de minas que liberalizó el sector y
por la que se pudo iniciar prospecciones mineras sin necesidad de obtener
licencia real.
A mediados del siglo XIX, en 1840 concretamente, D. Agustín Juan,
registró las minas a su nombre para explotar el alumbre, bajo la denominación
de Esperanza, San Antonio y Santa Catalina, e instaló una pequeña fábrica al
Norte del Cabezo de la Raja. Al principio obtuvo buenos resultados, pero la
falta de agua le obligó a transportarla desde largas distancias, por lo que no
le fue posible continuar la fabricación del alumbre a causa de la poca
rentabilidad que obtenían sus productos.
Por lo tanto nuevamente se abandonaron y fue D.
Francisco Dorda quien en 1852 las adquirió en propiedad para la extracción de
plomo y otros minerales.
Este nuevo período minero daría lugar al
establecimiento de nuevos poblados en la sierra minera como El Garbanzal, La
Unión y El Llano del Beal.
Terreras de la mina Celestino en Alumbres, pobladas con
plantas autóctonas principalmente.
Foto: Francisco Atanasio Hernández
Foto: Francisco Atanasio Hernández
Primera mitad del siglo XX.
A principios
del siglo XX, los medios de vida de la mayoría de la población alumbreña dependían
principalmente de las minas de La Unión, El Gorguel y La Parreta, aunque
también había algunos empleados en el Arsenal, en La Maquinista de Levante de
La Unión, y en la Fundición de San Isidoro de Escombreras, además, Garrabino
ocupaba a muchos hombres y mujeres del pueblo. Por supuesto, tampoco faltaban
las labores agrícolas y ganaderas, aunque en menor cuantía.
Los sueldos
de los mineros eran muy pequeños, pero los empresarios, en sus ansias de
enriquecerse lo más rápidamente posible, se ingeniaron un sistema de
retribución por medio de vales, los cuales tenían que ser canjeados por
artículos en los almacenes o tiendas que, o eran de su propiedad, o el
propietario era un familiar, o amigo, que recibía una comisión por la venta,
con lo que crearon un círculo por medio del cual, los obreros que cobraban por
este sistema veían reducida la capacidad adquisitiva de sus salarios de forma
alarmante. Por tanto, los trabajadores que cobraban su salario en dinero,
podían considerarse satisfechos respecto a los que cobraban con vales.
Los bajos
salarios de entonces, no les permitía a los obreros derrochar el dinero, e iban
y venían del trabajo en el medio más económico, aunque eso les supusiera un
esfuerzo añadido al duro y penoso trabajo que tenían que realizar en las largas
jornadas laborales. Cuando los mineros que trabajaban en las minas del Gorguel,
volvían a sus casas de Alumbres de madrugada, se les veía bajar por la Cuesta
Agria, por las teas que llevaban para alumbrarse en los difíciles caminos de la
sierra.
Los
minerales eran transportados por caminos de tierra, por recuas de mulas hasta
el puerto de Cartagena, y aunque el ferrocarril redujo el transporte de
minerales en carromatos, al principio coexistieron y se complementaron.
La crisis de la minería y las movilizaciones obreras.
La crisis de
la minería comienza con la guerra de 1914, y alcanzó magnitudes dramáticas en
1927, pero en ese intervalo de tiempo se había producido un fuerte movimiento
migratorio de la mayoría de la población minera hacia lugares como Barcelona,
Orán, Argentina, etc.
En 1913, se
fundó en Alumbres la Sociedad Obrera de Socorros Mutuos “Armonía”, que tuvo
mucha importancia en un momento en que no existían seguros sociales para los
trabajadores, eran las Sociedades de Socorros Mutuos o mutualidades, las que
cubrían la asistencia médica y farmacéutica, e incluso algunas cubrían un
seguro de vida.
El inicio de
la Primera Guerra Mundial, trajo como consecuencia incremento de paro,
incremento de la inflación y pérdida del poder adquisitivo de los salarios,
movilizaciones obreras y emigración.
Desde
mediados de 1915, hasta cerca de 1920, los trabajadores de la Comarca adoptaron
posturas reivindicativas más radicales, coincidiendo con el incremento de la
conflictividad laboral a nivel nacional, son dirigidos por la unidad de acción
de las dos grandes centrales sindicales proletarias del momento, UGT y CNT.
La fuerte
inflación y el incremento de paro en 1916 se hace insoportable para los
trabajadores, pues la subsistencia se convierte en una empresa muy difícil de
conseguir.
Durante este
año de 1916, en la sierra minera se van a suceder huelgas y manifestaciones
continuamente. Entre todas ellas cabe destacar la huelga general de febrero a
marzo de 1916, durante la cual se dio lugar el luctuoso acontecimiento del
Descargador de La Unión.
Aquel día
estaba toda la sierra en huelga y los trabajadores se habían reunido en
asamblea en la Casa del Pueblo del Llano del Beal. A la vuelta a casa los
obreros de Alumbres y La Unión, al pasar por el Descargador y ver salir humo de
la fábrica de Pío Wandosell, pretendieron saber si los trabajadores que había
dentro lo hacían voluntariamente o coaccionados, pero el teniente Mancebo de la
Benemérita que mandaba la guarnición, primero los engañó haciéndoles esperar, y
más tarde, en lugar de permitir tan noble y civilizado requerimiento como es el
de la información, mandó a los suyos disparar despiadadamente sobre los
trabajadores indefensos, matando a 7, e hiriendo a decenas de ellos. Entre los
fallecidos se encontraba un alumbreño, Valentín Escobar Callejón de 46 años.
En 1980, se
puso el nombre de Siete de Marzo a una calle de La Unión para que no se olvide.
Por entonces
las movilizaciones obreras fueron cuantiosas con resultado ciertamente variado,
si bien, en la mayoría de los casos en los que los trabajadores consiguieron
arrancar mejoras a los empresarios, inmediatamente después pudieron ver de qué
poco les servía, porque casi ninguna empresa cumplía los pactos alcanzados con
los trabajadores.
La escasa
voluntad de las empresas de cumplir los acuerdos con sus obreros, porque eso
les reducía sus descomunales beneficios, junto con la proliferación de los
sindicatos amarillos en la sierra minera, propició la inutilidad de las luchas
obreras por mejorar sus condiciones de vida y trabajo.
Así, en
1918, se constituyó en La Unión, la sección unionense del “Sindicato Católico
Obrero de Mineros Españoles”, cuyo lema era “Unos para otros y Dios para
todos”, y el día 20 de diciembre del mismo año, le tocó constituirse en
Alumbres, que entonces ni siquiera disponía de local, el cual se inauguró en
1919. Tenían muchas prisas por descabezar al movimiento obrero combativo de la
sierra minera, y no podían esperar a tener un sitio donde reunirse.
Por esas
fechas los sindicatos católicos estaban considerados por los trabajadores como
sindicatos amarillos, no sólo porque eran fomentados por la Iglesia, sino por
las similitudes que existían entre los planteamientos sociales de estos
sindicatos y la patronal, o con los de los sindicatos creados por los propios empresarios
como “La Legalidad”, obra sindical exclusiva de Maestre, que ofrecía a los
trabajadores que se afiliaran a ese sindicato descuentos en las compras de su
almacén, y regalos como el carburo y otros beneficios nada desdeñables para las
economías de aquellos tiempos, que sin duda, hacía fácil presa de los
trabajadores más necesitados.
El 21 de
enero de 1919, se creó en Alumbres la Sociedad “Los Intransigentes”, una de las
más importantes asociaciones obreras de la época en el pueblo, que después pasó
a llamarse “La Envidiable”, y estaba ubicada en donde estuvo el Casino del
Parrandero. En 1931, se levantó un edificio en la misma calle para la
organización a la que se le denominó “Casa del Pueblo”, y que posteriormente
los franquistas requisaron tras la rebelión militar. Por cierto, un amigo
alumbreño nonagenario, me contó que en el local había una foto que recordaba a
los mineros fallecidos el 7 de marzo de 1916, y un dirigente de los fascistas
alumbreños de la época se ensañó con ella y tras tirarla al suelo la pisoteó
hasta destrozarla.
Después de
1919, la etapa se caracteriza por el descabezamiento de las organizaciones
obreras, y un descenso de las movilizaciones que se prolonga a lo largo de la
década de 1920.
Sin embargo,
se tiene constancia de una huelga en agosto de 1923 llevada a cabo por los
trabajadores de La Parreta, al parecer con resultados positivos.
La dictadura de Primo de Rivera
La
desmovilización de los trabajadores se agudiza durante la dictadura de Primo de
Rivera de 1923-1929, que persiguió y reprimió duramente a los comunistas y a
los anarquistas de CNT, cuya importancia como vanguardia en el mundo laboral de
esos tiempos, era indiscutiblemente superior a la de otras organizaciones
obreras como los amarillos y la UGT, que en lugar de oponerse a la dictadura se
aprovechó de ella para fortalecerse.
Entre
los años 1924 y 1926, se recurrió a la intensificación de la producción
utilizando para ello la superexplotación del obrero por medio de la
prolongación de la jornada.
Se cree que
de 1924 a 1925 creció en 2000 personas la población de La Unión, no obstante,
todo era en parte, pura fantasía, porque a partir de 1927 la crisis de la
minería se manifestó con toda su crudeza. La mayor parte de su población, al
quedarse sin trabajo, empezó a abandonar la sierra y se marchaban a otras
regiones, o se embarcaban en el puerto para otros países. Los dueños de las
viviendas al quedarse desalquiladas las derribaban para vender los materiales,
y el Ayuntamiento, para evitar que se siguieran destruyendo casas, puso un
impuesto que gravaba el derribo de viviendas.
La crisis
minera se intensificó desde principios de 1927, y sin embargo, la actitud
obrera de resignación ante esta difícil situación contrastaba con la actitud
combativa que había estado manteniendo en años anteriores. En el cuartel de la
guardia civil se elaboraban listas de trabajadores en paro, con el propósito de
llamar primero a los trabajadores de la localidad anotados, y evitar que se
metieran antes a obreros de otros lugares.
Después de
la crisis económica mundial de 1929, la ciudad de La Unión continuó su declive
a pasos agigantados, cerraban los comercios y todo tipo de negocios, y la gente
se marchaba de allí en masa. Pero la crisis de la sierra minera de La Unión
afectó también a sus alrededores, de tal manera que en la ciudad de Cartagena
cerraron también empresas de prestigio.
Sirvan como
datos meramente orientativos que ilustren los efectos de la crisis de la minería
en la población alumbreña, que a principios de 1900, había más de 3700
habitantes en la diputación, y a mediados de siglo unos 2200 en la diputación y
1300 en el pueblo.
El final de la minería.
En 1946,
Peñarroya compró su participación en la Sociedad Zapata Portman, a la familia
Maestre Zapata (descendientes de D. Miguel Zapata Sáez, más comúnmente conocido
como el Tío Lobo, legendario minero que a finales del siglo XIX llegó a ser
propietario de la mayor parte del negocio de la minería) y entonces comenzó la
explotación a cielo abierto, y el mayor desastre ecológico de España y el
Mediterráneo, con los vertidos al mar de los estériles mineros a partir de 1958.
Mina Nuestra Sª. de las Mercedes en La Hoya. Foto: Francisco Atanasio Hernández
El cacho de pan de
los mineros.
En la década
de 1950 quedaban muy pocos trabajadores en Alumbres que se dedicaran a las
labores de la minería, y a principios de la década de 1960 cerraban todas las
minas del Gorguel y de La Parreta.
Algunos de nuestros mayores
estuvieron trabajando en las minas hasta que cerraron y mientras tanto mantuvieron
la costumbre de que cuando volvían a casa después de las duras jornadas de
trabajo a las que estaban sometidos, siempre lo hacían con un cacho de pan de
reserva y un trocito de companaje (embutido), con sabor a pirita y manganeso en
el trapo, para que los hijos, que no iban muy sobrados de alimentos
precisamente, pudieran disfrutar encontrando algo que llevarse a la boca cuando
buscaran en su interior. Mi padre fue minero en su juventud y lo recuerdo con
el poema siguiente.
CON
TU ESTIGMA
Voy
tras tus huellas
pegado
al suelo
como
una sombra.
Y
descuelgo del archivo
de
mi intimidad
la
videohistoria
que
aún conservo
con
marca registrada
de
una imagen infantil estereotipada.
Rastreo
en las galerías
donde
el barreno te hizo hombre
y
rebusco ansioso por el trapo,
como
un cachorro entusiasmado,
un
cacho de pan de reserva
rebozado
de pirita y manganeso.
Encuentro
tus ansias
brillando
en la blenda
y
un día tras otro
pisándote
los talones
me
encuentro colgando
la
luna a tu puerta.
Voy
tras tus huellas
pegado
al suelo
como
un peregrino.
Y
me aferro a las cadenas
de
tu infortunio
como
un fantasma impenitente.
Te
encontré en el aire
practicando
el vuelo libre,
pero
era tarde
en
el reino del oscurantismo,
y
las tinieblas
se
abatieron despiadadas
sobre
tus despojos.
Busco
en el aire un alivio
pido
a los astros
su
infinito entendimiento
y
un torbellino de pasión
desenfrenado,
me estremece
las
entrañas.
Y
respiro por fin
el
influjo denodado
de
un algo de libertad
indomable,
que guareció
la
envoltura
de
tu sereno semblante.
Voy
tras tus huellas
portando
tu estigma
sin
temor al fuego.
La
desaparición definitiva de las labores propias de la minería en la sierra de la
comarca llegó después de que Peñarroya España, presentara un Plan Estratégico
de Adaptación Competitiva en el Ministerio de Industria en 1987, en cuyo
momento comenzó el último episodio de ésta actividad.
Ya en 1988,
Peñarroya – España, vende la explotación minera a Portman Golf, S.A. que en esos
momentos, se suponía que se trataba de un grupo de voluntariosos empresarios de
la tierra, que se hacían cargo de la empresa con la intención de mantener la
actividad minera y los miles de empleos que en ese momento estaban siendo
amenazados, entre directos, indirectos y por el llamado efecto dominó, pero
todo fue un espejismo, incluso hoy, después de lo visto, se podría decir que en
realidad, se representó una obra de teatro en la que los teloneros mejor
pagados de la historia se llenaron los bolsillos en un solo acto.
Ahí se puede ver el chorro de estériles y la zona de alrededor +- 9 m. de profundidad colmatada
En 1990, el
Lavadero Roberto, cesó de verter estériles al Mar Mediterráneo, con la bahía de
Portman colmatada y totalmente desconocida, y en 1991, Portman Golf, que era en
esos momentos el nuevo propietario de la Sociedad, decidió cerrar sus
instalaciones, previa negociación de las indemnizaciones por despido de los
trabajadores, pero sin obligación de poner un duro para la recuperación del
medio.
Entonces terminó definitivamente la más larga
tradición laboral de la sierra de Cartagena-La Unión, y por la que algunos
oscuros personajes con pocos escrúpulos amasaron grandes fortunas, a costa de
la salud y de la vida de los obreros, y la irreversible degradación del
ecosistema, todo ello con la inestimable colaboración de los poderes públicos
de turno.
Fuentes:
-Antonio Bernabéu Pérez. El 7 de marzo y después del 7 de marzo de 1916 en La Unión.
-Diego Victoria Moreno. Conflictividad y dinámica social en Cartagena y su cuenca minera 1909-1916
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres en el siglo XX.
-Francisco Atanasio Hernández. Lo que me quedó de Alumbres en el siglo XX.
-Francisco Atanasio Hernández. Retazos de la historia de Alumbres.
-Francisco Atanasio Hernández. Alumbres algunas historia pendientes.
-José Antonio Lorenzo Solano. Portman Portus Magnus.
-Juan Bautista Vilar, Pedro María Egea Bruno y Diego Victoria Moreno. El movimiento obrero en el distrito minero de La Unión 1840-1916
-Luis Mariano Muelas Espinosa. La Minería de La Unión. Tomo I
Documentos
-Francisco José Ródenas Rozas. Centenario del suceso del 7 de marzo en La Unión.
Prensa
-Archivo Municipal de Cartagena. El Eco de Cartagena.
-Archivo Municipal de Cartagena. Gaceta Minera.
-Archivo Municipal de Cartagena. Boletín de Minas.
-Archivo Municipal de Cartagena. Diario de Murcia.
Fotos
Francisco Atanasio Hernández
La de los vertidos de estériles autor desconocido
Buen trabajo de investigación de esta sierra con una historia digna de no ser olvidada.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras.
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